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CinemaScope

'Solo asesinatos en el edificio 2': el adorable encanto del ‘whodunit’

No solo mantiene su exquisita línea como comedia ligera, sino que maneja con acierto nuevas situaciones que suplen su previsibilidad

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A la hora de hablar de la segunda temporada de Solo asesinatos en el edificio cabe repetir casi lo mismo que suscitó la feliz idea de Steve Martin y John Hoffman a la hora de convertir en serie un clásico ejercicio de whodunit, revestido de un adorable encanto y un preciso, a veces demasiado prudente, sentido del humor, lo cual es mucho decir si tenemos en cuenta que los dos protagonistas masculinos son el propio Martin y Martin Short, dos estrellas de la comedia estadounidense, más admirados en su país que fuera de él por su predisposición al exceso y a la risa fácil.

Es decir, estamos ante una exquisita comedia ligera que sigue empleando la investigación de un crimen como telón de fondo para describir el peculiar enjambre vecinal del Arconia, el edificio del Upper West Side de Nueva York en el que se desarrolla la acción y que, en este caso, adquiere mayor protagonismo a través de sus pasadizos secretos. 

En este sentido, la segunda temporada tal vez carezca de la capacidad de sorpresa de la primera, en lo que al suspense respecta, pero es cierto que sabe concitar situaciones que suplen su previsibilidad, y maneja con habilidad  y cierto compás el humor y el guiño constante de cara al espectador, perfectamente familiarizado ya al singular trío protagonista, tanto con los autoparódicos Steve Martin y Martin Short, como con ese joven portento llamado Selena Gómez, que irradia una particular fuerza desde la pantalla y sigue explotando el contraste con sus peculiares socios.

A ellos se suman en esta ocasión Amy Schummer -haciendo de Amy Schummer, al igual que Sting hacía de Sting en la primera temporada-, Cara Delevigne y -reverencia- Shirley McLaine, sin olvidar las puntuales y agradecidas reapariciones de Amy Ryan, para seguir trastornando la centrada vida de su examante, y las de un cada vez más macabro Nathan Lane.

Es ahí, en esa provocada intención coral, donde la nueva temporada crece y explora las posibilidades de unos personajes secundarios que enriquecen la trama y contribuyen a facilitar una puesta en escena con soluciones visualmente vistosas y atractivas para ir avanzando en una investigación que gira más en torno a los intereses y privacidades de cada personaje, que en las de las causas que rodean el auténtico crimen. Una delicia.

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