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Desde la Bahía

Soledad, amor y actualidad

La vida actual ha llegado a tal complejidad material, que ya no nos preguntamos nada en la edad adulta y de madurez intelectual

Publicado: 18/09/2022 ·
22:09
· Actualizado: 18/09/2022 · 22:09
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Jamás puede decir una persona que está sola, mientras esté consciente, porque su sombra y su pensamiento nunca le abandonan. Su sombra es el espíritu de su masa corporal, fiel como una novia eterna, oscura y bien delimitada como un traje de fiesta y etiqueta. El pensamiento es una sala de proyección cinematográfica, de función continuada, con sucesivos y diferentes tipos de películas, donde realidad, ilusión, fantasía, imaginación o quimera, se amalgaman con la memoria y el recuerdo. El pensamiento es el espíritu que la incertidumbre del alma humana ha creado.

 Los pequeños, cuando comienzan a tener lenguaje y conocimiento, a todo lo que le indicamos, ellos responden siempre con la misma interrogante ¿por qué? Y su pregunta continuada llega a agobiarnos al consumir nuestros argumentos.

La vida actual ha llegado a tal complejidad material, que ya no nos preguntamos nada en la edad adulta y de madurez intelectual. En su sala de proyección el pensamiento se quedado dormido y anclado en la película del progreso, el ocio, el bienestar y la política del rápido enriquecimiento, para cuyo fin, los medios que se utilicen es lo que menos interesa. Moneda e importancia, se han hecho sinónimos. Sin dinero las personas se transforman ante la sociedad en "bultos sospechosos", aunque la falsedad reinante quiera cubrirlo con el velo de la urdimbre demagógica

Un día, cuando más arrecian las horas de calor y las calles viven una soledad deseada, se le hace agradable a la sombra el pasear por ellas, sin que se le cruce otra, que desvirtúe su figura. Los sentidos expanden sus cualidades y sentimos, oímos y vemos las cosas bellas y adorables que la monótona vida nos sustrae. El pensamiento fuera de la algarabía mundana, sublima sus reflexiones y se siente nostálgico, quizás porque le obligaron a abandonar prontamente, por el imperativo que la sociedad impone, la fantasía e ilusión de la niñez.      

El continuo cruzarse con las personas, sin ningún gesto agresivo de por medio, ha hecho que las palomas no modifiquen su actitud porque hombre o mujer pasen por su lado. En la corta calle bien pavimentada y con estrecho cinturón de sombra, dos palomas, una pareja, vivían una deliciosa escena de amor. El macho erguido, altisonante, hinchadas las plumas de su cuello, gira alrededor de la hembra subiendo y bajando la cabeza a modo de reverencia al par que emite su arrullo de juglar enamorado. La hembra pomposa, despliega su hermosura abriendo en abanico su cola y elevando discretamente las alas, para finalmente con mirada ruborizada, introducir su pico en el de macho como signo de ternura y aceptación de una unión que en estas aves es de una fidelidad perdurable toda su vida. La cópula es la consecuencia, pero no lo causa de este emparejarse. Con sus gestos el macho demuestra que no es un enemigo, sino un enamorado y que la palabra hembra no es sinónimo de sometimiento o esclavitud, sino de ser una criatura adorable.

Una poetisa, Juana de Ibarbourou, en su poema "la higuera" a este árbol de hoja áspera y fea, sin flores, que crecía junto a lindos naranjos y limoneros, un día le piropeo, diciéndole que "era el más bello de los árboles todos del huerto". La higuera fue tan feliz que en cuanto pudo al viento que le abanicaba su copa le contó con júbilo desmesurado: "hoy a mí me dijeron hermosa".

Nuestra existencia no es una vida de quietud, su movilidad es cíclica y siempre subyugada por la moda, el deseo de anular todo designio tradicional, la radicalidad y relatividad que una sociedad politizada impone y la creencia en que todo lo nuevo, es lo único que nos da valía de modernidad. El abandono de nuestros clásicos valores y diferencias, han dado lugar a una igualdad, que en la relación hombre/mujer ha llegado a intimidación, cuando no, a la condena. La violencia ha existido siempre y siempre ha sido delito.

Pero el arrullo, el cortejo, el piropo (la grosería y el insulto nunca lo son), las rimadas frases que hacen del alma del enamorado un espíritu poético y la carta de amor, que la encantadora fémina, relee y guarda entre sus senos, siempre serán signos de felicidad y el summun del amor y hoy  lo han recordado aquella pareja de palomas.

La vida actual se ha bifurcado. Ha dejado un camino previo, al que cierra una cancela de material vergonzante, para iniciar otra senda donde el amor ha cedido ante el deseo, con el slogan de "hacer el amor" es decir un acto más de helada naturaleza y material consecución. Las cartas de amor la modernidad actual las ve ridícula. Es cierto toda carta de amor es ridícula, si no, no sería una carta de amor, pero es mucho más ridículo -  y triste - aquel que nunca en su vida escribió una carta de amor. Para saber que nos aman nunca será demostrativo el tener que llegar a "hacer el amor", basta con que la persona que ama, cuando a lo largo del día en un momento determinado mire sus manos, sienta la ausencia de no tenerlas entrelazadas con las de su amada. Y para conocer que no se está solo hace falta saber ver la luz del sol, única que nos da una sombra nítida y ser algo más que un animal racional, que es lo que es, un ser humano pensante y creado.

   

 

 

 

 

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