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Y la suerte sonrió por fin a Cádiz por partida doble: “Esto es un homenaje a mis padres”

La administración El Gato Negro de José del Toro, la única que reparte suerte en la capital al vender un cuarto y un quinto premio agraciados con 26.000 euros

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  • Brindis en la Administración de José del Toro. -

“¡Vamos! ¿Dónde está José?”, pregunta Virginia Sánchez, una de las responsables de El Gato Negro, en el número 13 de la calle José del Toro, en pleno centro, lista para brindar. Después de una década regentando esta administración, por fin se estrenaban y lo hacían, además, por partida doble. La suya es la única  en la capital gaditana que este jueves ha descorchado una botella de champán para celebrar que la suerte estuviera de su parte al vender un cuarto y un quinto premio, el último además del Sorteo Extraordinario de Navidad. En el número 13 de la céntrica administración han vendido los dos únicos décimos premiados en la ciudad: un cuarto con el número 25.296 (20.000 euros), y otro con el último quinto, el 87.092, (6.000 euros). En total, 26.000 euros, un pellizquito que tiene más connotaciones sentimentales que millonarias y que para esta familia es sin duda su Gordo particular.

Por esta razón, los nervios y los llantos de alegría estuvieron muy presentes desde que saltó el primero de los premios. Casi no se habían recuperado, cuando llegó el quinto. “Es la primera vez, estamos supercontentos, pero muy nerviosos, nos han llamado de la Delegación que vienen para acá con los carteles y al principio no sabíamos ni el dinero que era, ni casi los números”, comentaba Virginia sin poder parar de llorar.

Se acordaba sobre todo de sus padres y de todos los esfuerzos que han hecho para que hoy el negocio con el que se ganan la vida siga a flote. “Esto es de ellos, los dueños son ellos, aunque lo regentamos nosotros. Estamos muy felices, es un día muy esperado y teníamos muchas ganas ya porque hemos trabajado mucho, mucho; dando muchos  viajes, con muchos intercambios con compañeros; teníamos ya muchas ganas y mucha ilusión”.

Para sus hijas, no hay mayor felicidad que devolver a sus progenitores su esfuerzo con esta pequeña gran alegría. “Es un homenaje para mis padres, son los que han invertido en esto, han confiado en nosotros; ellos han tenido que hacer lo más duro: poner el dinero”.

En ese momento, aún desconocían si los afortunados eran vecinos del barrio o “un cliente más”. “Nos alegramos por todos a los que les haya tocado, pero por supuesto si es alguien de aquí, nos gustaría todavía más”.

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