La irregularidad del sueño (sueño interrumpido crónicamente y duración del sueño muy variable noche tras noche) puede aumentar el riesgo de aterosclerosis, según un estudio dirigido por Kelsie Full, del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos).
El estudio, publicado en la revista científica 'Journal of the American Heart Association', realizó un seguimiento de 2.032 participantes de edad avanzada y de diversas razas y etnias procedentes de seis comunidades de Estados Unidos.
Cuando se les controló durante un periodo de siete días, los participantes con mayor irregularidad en la duración de su sueño eran más propensos a tener una mayor carga de calcio en las arterias coronarias, más placa en las arterias carótidas y mayor aterosclerosis sistémica y rigidez en los vasos sanguíneos, lo que comúnmente se conoce como endurecimiento de las arterias.
"Estos resultados sugieren que mantener duraciones de sueño regulares o habituales, o dormir cerca de la misma cantidad total de tiempo cada noche, puede desempeñar un papel importante en la prevención de las enfermedades cardiovasculares", ha resaltado Full.
El estudio excluyó a los trabajadores por turnos, que suelen tener patrones de sueño irregulares, y a los que padecían enfermedades cardiacas y apnea obstructiva del sueño, un conocido factor de riesgo de enfermedad coronaria.
Entre los participantes en el estudio, los que dormían de forma más irregular tenían más probabilidades de sufrir aterosclerosis en las arterias coronarias y periféricas. Estos resultados sugieren que los médicos que animan a sus pacientes a mantener patrones regulares de sueño pueden ayudarles a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
La alteración del ritmo circadiano del organismo podría ser el vínculo entre la alteración del sueño y las enfermedades cardiovasculares. "Casi todas las funciones cardiovasculares importantes, como la frecuencia cardiaca, la presión arterial, el tono vascular y las funciones endoteliales, están reguladas por los genes del reloj circadiano", han señalado los investigadores.
La alteración o desalineación de los ritmos circadianos puede interrumpir estas importantes funciones cardiovasculares, lo que resulta en la promoción de la inflamación crónica, alteraciones en el metabolismo de la glucosa, aumento de la activación del sistema nervioso simpático, y el aumento de las presiones arteriales, todos predisponen al riesgo de progresión de la aterosclerosis.