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El novillero David Galván sale por la puerta grande de La Montera

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  • David Galván, a hombros. -
En la plaza de toros La Montera se celebró la novillada anunciada con reses de la ganadería Miguelín: bravos, nobles y encastados, siendo aplaudidos en el arrastre los tres primeros y el quinto. Entre los novilleros, Hugo Iglesias, obtuvo silencio en ambos; José María Arenas, que sustituía a José Miguel Valiente por cogida, obtuvo también silencio en ambos; y David Galván, máximo triunfador de la tarde al cortar dos orejas con mucha fuerza en su primero y obteniendo una gran ovación en el que cerraba plaza.

Hay que destacar la buena labor de los banderilleros comarcales que actuaron tanto a las órdenes de Galván como de Iglesias, estando muy bien José María Soler, Daniel Duarte, Álvaro Núñez, Rafael Limón y Salvador Jimenez, Oscar Herrera. La banda de música de Los Barrios es una verdadera delicia de escuchar.

David Galván fue el máximo triunfador de la tarde a pesar de ser el más joven de los novilleros con caballos. En su primero, lidiado en tercer lugar y de nombre Altivo, hizo con el capote y la muleta el mejor toreo de la Feria. Estuvo inteligente, reposado, con aroma y un son muy artístico, llegando a los tendidos tanto cuando lo veroniqueaba como cuando lo toreaba al natural con ese romero y esencia de toreo puro y artístico.
Este joven de San Fernando quiere ser figura del toreo, porque si lo demostró con este novillo al que le cortó las dos orejas, en el sexto, de nombre Limpiabotas, se llevó tres revolcones espeluznantes, cayendo feamente al ruedo y en el último conmocionado. No le perdió la cara y quiso seguir toreando, llevando el traje de sangre hasta los alamares. De forma similar a las grandes figuras del toreo en décadas pasadas en sus comienzos. Tras estoquearlo recibió una gran ovación y salió a hombros por la puerta grande como máximo triunfador. Posteriormente paso por la enfermería para ser reconocido de los rasponazos en la cara y los rasguños que acumulaba, así como el palizón que llevaba encima.

Hugo Iglesias estuvo voluntarioso, con ganas de agradar pero no tuvo suerte. En su primero sacó algunas verónicas y naturales muy toreros pero falló con los aceros. En su segundo también lo intentó pero se fue de vacío.

José María Arenas, que sustituía a José Miguel Valiente, con el capote demostró ciertas carencias al no sacar los brazos en cada lance. En la suerte de banderillas emuló a David Fandila El Fandi poniendo incluso pares al violín. Con la muleta tiene mucho que aprender porque con voluntad no se llega a matador de toros, siendo silenciada su labor.

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