No hay quien pare al Málaga ahora mismo. El conjunto blanquiazul volvió a demostrar que tiene la firme intención de quedarse en Segunda División, y ha descubierto que la mejor fórmula para ello es jugar bien, ser efectivo y ejercer superioridad sobre su rival.
En este caso, su víctima fue un CD Lugo que, a falta de lo que haga el Racing contra el Granada, podría ser matemáticamente equipo de Primera Federación. Los gallegos lo intentaron, pero se han metido ya en un hoyo del que no se puede salir.
El partido comenzó con poco ritmo. La lluvia también jugaba su efecto y solo el calor del medio millar de malaguistas desplazados al Anxo Carro daba un toque de color. Pero esa situación cambió a poco que el Málaga decidió ponerle al partido una marcha más.
Los maravillosos minutos 30
Alcanzada la media hora de juego, los blanquiazules ya ejercían su superioridad de forma clara, pero faltaba mordiente arriba. Esto cambió cuando Rubén Castro aprovechó un centro medido de Pablo Chavarría desde la derecha para mandar, con un preciso cabezazo, el balón al fondo de las mallas.
A los desplazados boquerones apenas les dio tiempo a celebrar. Un grave error de los locales en la salida del balón provocó que Rubén Castro terminase con el esférico en sus pies, se la pasó a Fran Villalba y el valenciano, desde el punto de penalti, puso el 0-2.
Con esto, se llegó al descanso. Fiesta en el Anxo Carro en clave blanquiazul. Como nota negativa, la lesión de Ramón que tuvo que marcharse en la primera mitad.
Este resultado ejerció de cloroformo sobre la segunda parte. Las acciones destacable se contaron por cuentagotas, pero siempre con el control malaguista sobre la situación. Rubén Castro tuvo una alcanzado la hora de juego que estuvo cerca de ser el 0-3.
Los Fran Sol, Álex Calvo y Gallar le dieron frescura el equipo para aguantar los últimos minutos sin sobresaltos. El Málaga CF sigue creyendo y hace creer. Este muerto, al que muchos dimos ya por enterrado, está muy pero que muy vivo.