Pocas horas después del seísmo, el primer ministro neozelandés, John Key, se desplazó a la zona afectada para supervisar los daños y a los equipos de emergencia, que trabajan para restablecer el suministro de electricidad y agua, y el despliegue de agentes de la Policía con la misión de evitar el pillaje.
“Está resultando difícil mantener la tranquilidad entre los ciudadanos tras el violento temblor. La mayoría de los residentes de Christchuch han respondido bien, aparte de algunos lamentables casos de saqueo”, afirmó el primer ministro tras descender del avión.
El terremoto ocurrió de madrugada a 28,4 kilómetros de profundidad bajo el lecho marino y 31 kilómetros al noroeste de Christchurch, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, que vigila la actividad sísmica mundial.