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Qué duro debe ser ejercer de cartero en Cádiz

El Pleno aprueba otro montón de cambios de calle y acaba en un delirante debate sobre la madre de Teruel y el precio de la luz

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  • Vista aérea de Cádiz. -

Ni el equipo de Gobierno pidió perdón a los carteros de Cádiz ni los partidos de la oposición mostraron su solidaridad con los profesionales de reparto al término de un debate delirante sobre el cambio de nombre de tres calles impulsado por el PP pese a que Bruno García lleva más de un año diciendo que esto no es prioridad.

Maite González se afanó en explicar infructuosamente por qué este golpe al callejero, el error inicial que afectaba a la calle Santo Cristo y las otras cinco autoenmiendas a la propuesta que finalmente se debatió. La portavoz popular repitió una y otra vez que se ha escuchado a los vecinos y los promotores de las solicitudes, pero tanto PSOE como Adelante Izquierda Gaditana, con razón, le afearon que solo lo haya hecho una vez que tomaron la decisión. O sea, que la presión ciudadana y mediática ha marcado el paso al equipo de Gobierno.

Óscar Torres, que afina cada vez más con los adjetivos en sus intervenciones, tachó de “mamarracho” todo lo que ha tenido que ver con el nomenclátor e insistió en lo de la ordenanza. Maite González, con la boca chica, le dio la razón con tres o cuatro palabras (“hace falta un reglamento, sí”, dijo) a lo de fijar criterios, no a lo de mamarracho.

El debate, en cualquier caso, fue agotador. Dada la intensidad, con un David de la Cruz reprobando a un PP que se opuso a los cambios de calles cuando las impulsaba Kichi porque no querían que se sacaran a los “fascistas” del callejero o Demetrio Quirós broemando con que el PP da para meme porque dice una cosa y hace la contraria, y visto el resto de puntos del orden del día, lo normal es que el resto del Pleno discurriera por los cauces habituales: reproches sobre construcción de vivienda, despoblación, la Junta de Andalucía no hace nada y el Gobierno de España, tampoco, y el pimpampum partidista habitual.

Pero, no. El debate degeneró hasta el punto de que fue motivo de discusión la madre de José Carlos Teruel. La responsabilidad, todo hay que decirlo, fue del propio Teruel, que hizo referencia a la sorpresa de su madre por la subida de la luz para argumentar una moción del PP para que el Gobierno (como si al Gobierno le preocupara lo que pide el Pleno del Ayuntamiento de Cádiz en una moción) rebaje el IVA de la energía.

Torres contraatacó con el relato de las penalidades de un vecina de 92 años que se quedó sin luz por una deuda de 30 euros con el actual equipo de Gobierno.

Y Teruel trató de intervenir de nuevo por alusiones (a su madre). Pero no pudo hacerlo. El alcalde prefirió correr un tupido velo y acelerar para que el Pleno recuperara el tono tedioso de un Pleno común durante el que uno solo pudo pensar obsesivamente en qué desgracia para un cartero trabajar en Cádiz, por los cambios de calles de Kichi y de Bruno García y porque, aunque no tengan culpa, cada dos meses le dan un disgusto a la madre de José Carlos Teruel y tantas madres gaditanas que (será por la turistificación, la reconversión naval o un castigo divino) hacen malabares para llegar a fin de mes.

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