Cádiz
Los Sanfermines 2012 echan el telón con el ?Pobre de mí?
Los toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo protagonizaron el último encierro.
Los Sanfermines 2011 apuraban ayer sus últimas horas con la celebración de numerosos actos que, con su sabor a despedida, anunciaban de alguna manera el Pobre de mí con el que, a medianoche, pamploneses y visitantes dieron adiós a las fiestas.
El Pobre de mí fue el último de los 520 actos incluidos este año en el programa de las fiestas, que finalizaron oficialmente con las palabras que el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, pronunció en el mismo balcón de la casa consistorial en el que prendió el cohete el pasado 6 de julio.
Se consumaron entonces 204 horas ininterrumpidas de fiesta, una fiesta en la que, ayer por la mañana, se corrió el octavo y último encierro, protagonizado por toros de la ganadería gaditana de Núñez del Cuvillo, que completaron en dos minutos y veinte segundos su recorrido de forma limpia y sin dejar heridos por asta.
Al finalizar, tres corredores fueron trasladados al Complejo Hospitalario de Navarra: Un joven francés de 21 años, X.I., con un traumatismo en el hombro izquierdo; B.A.A, pamplonés de 43 años, con un traumatismo de carácter leve en una ceja; y J.I.R., también de Pamplona, J.I.R., de 54 años, con un traumatismo leve en el tórax.
En total, contando a los de ayer, fueron 43 los corredores –cuatro con heridas por asta frente a los nueve del año pasado– que fueron atendidos en el Complejo Hospitalario de Navarra a lo largo de estos días, de los que siete no han recibido todavía el alta.
Tras la carrera de ayer, que fue presenciada en directo por el escritor Fernando Sánchez Dragó, uno de los rostros conocidos que se han dejado ver en Pamplona, comenzó la retirada de los tablones del vallado, con la que, cada año, se intuye ya la vuelta a la normalidad.
Los toros de Núñez del Cuvillo, en su sexta comparecencia en la ciudad, fueron lidiados por la tarde por los diestros Juan Mora, El Juli y Sebastián Castella.
Antes de la corrida tuvo lugar una protesta que, al igual que el cuarto de hora de parón que se vivió en algunos bares la madrugada de ayer, fue convocada por la Federación de Peñas de Pamplona para denunciar el “notable” aumento de agresiones sexuales que han ocurrido durante estos Sanfermines.
Un aumento que a su juicio responde a “una manera totalmente equivocada” de entender no solo esta fiesta, “sino la convivencia y la dignidad humanas”, y que tiene su “máximo exponente” en la denuncia interpuesta por una joven de 22 años por una agresión sexual sufrida en los servicios públicos del Paseo de Sarasate, en pleno centro de Pamplona.
Junto al encierro, la jornada de ayer albergó otro de los actos tradicionales de las fiestas, la Octava de San Fermín, la tercera ceremonia religiosa, tras las vísperas y la del 7 de julio, con la que los pamploneses honran al santo y a la que la corporación, vestida de gala, asiste en procesión acompañada por timbaleros y maceros.
La Octava se celebra desde antes de 1466 y cuenta con la presencia de la corporación desde 1689, año en que se suspendieron los sanfermines por la muerte de la reina María Luisa de Orleans. Como la fiesta quedó bastante deslucida, según la información facilitada por el Ayuntamiento, el regimiento de la ciudad acordó celebrarla con mayor solemnidad y acudir en pleno. Este acto tuvo un protagonismo especial que también lo tuvo la despedida que brindó, esta vez en la plaza Consistorial por segundo año consecutivo, la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, formada por esas veinticinco figuras de cartón piedra tan queridos por los niños.
La emoción y las lágrimas no han faltado en los más pequeños a la hora de besar y decir adiós a las cuatro parejas de gigantes, que representan a los continentes.
El Pobre de mí fue el último de los 520 actos incluidos este año en el programa de las fiestas, que finalizaron oficialmente con las palabras que el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, pronunció en el mismo balcón de la casa consistorial en el que prendió el cohete el pasado 6 de julio.
Se consumaron entonces 204 horas ininterrumpidas de fiesta, una fiesta en la que, ayer por la mañana, se corrió el octavo y último encierro, protagonizado por toros de la ganadería gaditana de Núñez del Cuvillo, que completaron en dos minutos y veinte segundos su recorrido de forma limpia y sin dejar heridos por asta.
Al finalizar, tres corredores fueron trasladados al Complejo Hospitalario de Navarra: Un joven francés de 21 años, X.I., con un traumatismo en el hombro izquierdo; B.A.A, pamplonés de 43 años, con un traumatismo de carácter leve en una ceja; y J.I.R., también de Pamplona, J.I.R., de 54 años, con un traumatismo leve en el tórax.
En total, contando a los de ayer, fueron 43 los corredores –cuatro con heridas por asta frente a los nueve del año pasado– que fueron atendidos en el Complejo Hospitalario de Navarra a lo largo de estos días, de los que siete no han recibido todavía el alta.
Tras la carrera de ayer, que fue presenciada en directo por el escritor Fernando Sánchez Dragó, uno de los rostros conocidos que se han dejado ver en Pamplona, comenzó la retirada de los tablones del vallado, con la que, cada año, se intuye ya la vuelta a la normalidad.
Los toros de Núñez del Cuvillo, en su sexta comparecencia en la ciudad, fueron lidiados por la tarde por los diestros Juan Mora, El Juli y Sebastián Castella.
Antes de la corrida tuvo lugar una protesta que, al igual que el cuarto de hora de parón que se vivió en algunos bares la madrugada de ayer, fue convocada por la Federación de Peñas de Pamplona para denunciar el “notable” aumento de agresiones sexuales que han ocurrido durante estos Sanfermines.
Un aumento que a su juicio responde a “una manera totalmente equivocada” de entender no solo esta fiesta, “sino la convivencia y la dignidad humanas”, y que tiene su “máximo exponente” en la denuncia interpuesta por una joven de 22 años por una agresión sexual sufrida en los servicios públicos del Paseo de Sarasate, en pleno centro de Pamplona.
Junto al encierro, la jornada de ayer albergó otro de los actos tradicionales de las fiestas, la Octava de San Fermín, la tercera ceremonia religiosa, tras las vísperas y la del 7 de julio, con la que los pamploneses honran al santo y a la que la corporación, vestida de gala, asiste en procesión acompañada por timbaleros y maceros.
La Octava se celebra desde antes de 1466 y cuenta con la presencia de la corporación desde 1689, año en que se suspendieron los sanfermines por la muerte de la reina María Luisa de Orleans. Como la fiesta quedó bastante deslucida, según la información facilitada por el Ayuntamiento, el regimiento de la ciudad acordó celebrarla con mayor solemnidad y acudir en pleno. Este acto tuvo un protagonismo especial que también lo tuvo la despedida que brindó, esta vez en la plaza Consistorial por segundo año consecutivo, la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, formada por esas veinticinco figuras de cartón piedra tan queridos por los niños.
La emoción y las lágrimas no han faltado en los más pequeños a la hora de besar y decir adiós a las cuatro parejas de gigantes, que representan a los continentes.
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