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"Exijo seriedad, el que no trabaje a tope no juega"

"Tengo un currículum bastante bueno, no sé por qué no estoy entrenando”, confiesa Chico Linares, que estudia ofertas para volver a los banquillos y se define como un entrenador muy exigente.

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Mito del cadismo, Chico Linares ha destacado en el equipo amarillo como futbolista y como entrenador, aunque su buen trabajo en esta última faceta no haya recibido las oportunidades que merece. Con edad juvenil ya formaba parte del Cádiz B y debutó con el primer equipo en la temporada 1978-1979 con Roque Olsen como entrenador y se marcó tal partidazo con gol incluido que se convirtió en un fijo del equipo hasta el final de la liga.

Tras tres temporadas en el Recreativo volvió al Cádiz, donde pasó sus últimos ocho años como futbolista profesional. Nada más colgar las botas se preparó para ser entrenador y el equipo amarillo le concedió su primera oportunidad en la temporada 1995-1996 como segundo de Paco Chaparro y entrenador del filial. Al ser destituido el sevillano, Linares dirigió al equipo hasta final de la liga. Pese a salvar al Cádiz, el club prefirió buscar a alguien con más experiencia para la temporada siguiente y Linares fichó por el Manchego, al que estuvo a punto de llevar a Segunda, algo que sí consiguió con el Mallorca B.

Tras unos años alejado de los banquillos volvió al Cádiz como segundo de Javi Gracia y en 2009 se hizo cargo del filial, con el que realizó un gran trabajo.

¿Le gustaría volver a entrenar?
—Me encantaría, lo que no sé es cómo no lo hago ya porque tengo un currículum bastante bueno, aunque ahora estoy estudiando algunas ofertas.

Ha estado en varios banquillos, unas veces con más suerte que otras...
—En mi primera temporada en el Cádiz salimos del descenso y casi jugamos la promoción con gente que tuvimos que subir de la cantera porque se le había dado la baja a jugadores importantes. Con el Manchego conseguimos disputar una liguilla de ascenso pese a ser un equipo recién ascendido de Tercera. Con el Mallorca B ascendimos a Segunda A y el equipo se renovó por completo. Empezamos muy bien, pero tras una mala racha me cesaron, aún sin estar en puestos de descenso.

El Mallorca nunca había cesado a ningún entrenador del filial, pero me tocó a mí y al final el equipo no se pudo salvar. En el Benidorm me cesaron por no estar entre los cuatro primeros porque decían que había equipo para más, pero al final resulta que terminaron perdiendo la categoría. Estando Fran Canal en el Cádiz CF, me cesaron la primera vez que salimos de los cuatro primeros, pero teníamos 30 puntos y el equipo bajó en picado, terminó con unos 46 y se salvó por nuestra primera vuelta.

En San Fernando cogí al equipo en puestos de descenso y al final estábamos salvados a falta de cuatro o cinco jornadas.

¿Cuáles han sido sus mejores logros como entrenador?
—El mejor recuerdo es el de la primera etapa en el manchego y el primer año en el Mallorca B, creo que son mis mejores logros.

A la hora de entrenar, ¿le da prioridad a la defensa o al ataque?
—Como entrenador soy bastante equilibrado, me gusta que mis equipos defiendan bien, pero a la hora de atacar hay que hacerlo con los máximos efectivos posibles y los laterales subiendo. Para mí, la estrategia es fundamental, sobre todo en Segunda B.

¿Ha entrenado a jugadores que luego llegaran a grandes equipos?
—He tenido la suerte de tener a jugadores que luego han triunfado. En el Manchego tuve unos partidos a Iván Helguera, que era super completo y se lo llevó pronto el Albacete, luego se fue a Italia y luego al Real Madrid. En el Mallorca tuve a Luque y a Diego Tristán, que jugaba con nosotros, pero entrenaba ya con el primer equipo. También entrené a Sastre, Pep Lluís Martí y Leo Franco.

¿Qué tipo de entrenador le gusta?
—Me gustan Guardiola y Del Bosque porque manejan bastante bien a la gente importante y sin necesidad de mucha bronca. No se cortan a la hora de quitar o poner a nadie, pero son diplomáticos y nadie se enfada con ellos. Se llevan bien con los jugadores y no hacen muchos aspavientos, ni carreras ni historias. Al final, desde la banda no se meten goles.

¿Le tiembla el pulso a la hora de confiar en los canteranos?
—Si veo que el chaval está al mismo nivel que los del primer equipo entra como uno más, luego es complicado cuando se fijan objetivos, pero como vea que tiene nivel me da igual que sea del filial o venga de donde venga.

Se dice que es demasiado condescendiente con los jugadores, ¿es cierto o un que se ha mito creado?
—Tengo muy claro que conmigo juega el que está mejor y el que se parte la cara cada domingo. Por mi forma de ser, me gusta que a la hora de trabajar se sea serio para que haya buen ambiente, el que no trabaje la lleva clara conmigo diga lo que diga la gente. Me gusta hacer grupo, pero desde el principio dejo claro que quien no siga la línea de trabajo y de dar la cara no tiene nada que hacer conmigo. Lo de ser demasiado condescendiente con los jugadores es un sambenito que me han colgado por mi carácter risueño. Siempre me he reído, no tiene nada que ver, cuando jugaba me reía igual, pero daba palos que no eran para reírse. Exijo seriedad a la hora de trabajar y de jugar. Los jugadores deben tener claro quien manda, a alguno le puedo caer mejor o peor, pero si alguno no trabaja no juega, aunque sea un fenómeno.

¿Alguna vez ha tenido que dejar fuera a algún jugador por esto?
—Dejé fuera a Tristán porque hubo un par de partidos que entre él y Luque no se llevaban bien. En Albacete pudimos ganar 0-5, pero entre ellos no se la pasaban y ganamos muy apurados (1-2), así que decidí sacar del equipo a Tristán en el siguiente partido. Al final resultó que expulsaron a Luque a los quince minutos y entonces metí a Diego (Tristán) en el campo. Ese día hizo un partidazo pese a que jugamos con diez.

Con Tristán volvió a coincidir más tarde en el Cádiz CF...
—Sí, físicamente estaba mucho mejor antes, pero aquí se le podía haber sacado más partido. En su caso, creo que tenía mucho que ver con el trato al jugador, quizás conmigo hubiera rendido más.

Estuvo de segundo con Javi Gracia en el Cádiz, pero a él lo cesaron...
—Con Gracia no se qué falló, yo colaboraba en Onda Cádiz y desde el club me dijeron que iba a ser el segundo entrenador viniera quien viniera. Se me puso a trabajar con él sin conocerlo, pero lo hicimos bien. Cuando lo cesaron ya estaba el segundo entrenador de Espárrago en Cádiz antes de que llegara él. Terminé la liga como ayudante y no se me renovó pese a que se me había dicho que seguiría de segundo.

¿Qué le ha faltado al Cádiz CF para conseguir al ascenso a Segunda A?
—Le ha faltado enganchar con la afición. Aunque haya estado casi toda la temporada de líder, no ha enamorado con su juego. En la liguilla creo que nos ha faltado jugar un partido más tan valiente como el último que jugamos contra el Lugo, donde ya había que superar un resultado bastante adverso. Al final, la suerte de los penaltis que nos benefició contra el Albacete no nos acompañó contra el Lugo.

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