Llantos, gritos. Un continúo jaleo dentro del templo, pero como dijo el párroco de San Francisco, el Padre Gonzalo Núñez del Castillo, “es una alegría poder escuchar estos llantos y este ruido de la vida”. Sillas que no cabían siquiera en el pasillo principal de la iglesia y con los niños, sus padres y también sus abuelos, porque detrás del bautizo, la fiesta de la Candelaria se ha convertido en los últimos años en otro acontecimiento de familia.
Decenas de pequeños recibieron una pequeña medalla y escapulario en la iglesia castrense, en una tarde soleada, pero de bajas temperaturas.
En el altar mayor, la imagen de la Virgen del Carmen, a quien se presentaban los niños bautizados durante el último año en la parroquia castrense.
Por otro lado, la Archicofradía de Medinaceli, celebraba también ayer la festividad de la Candelaria, con la presentación de los niños en la iglesia Mayor parroquial. A todos los paticipantes se les impuo el escapulario trinitario.
La fiesta de la Candelaria, o fiesta de la luz, se celebra en recuerdo al pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén, y en torno a ella se presentan los niños nacidos en San Fernando durante el útimo año. En esta fiesta también se simboliza la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento.
Por un día, los templos han unido al mayor número de recién nacidos en una misma celebración, gracias a la celebración de la fiesta de la Candelaria, que celebran las cofradías y las parroquias a pocos días de la Cuaresma.