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Ángeles de la guarda de mucha altura

La Unidad Aérea de la Guardia Civil y la Sección Especial de Rescate e Intervención en Montaña (Sereim) aúnan fuerzas como ángeles guardianes para llevar a cabo rescates en complicadas condiciones de accesibilidad y meteorología y evitar que la montaña se convierta en un infierno

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  • Prácticas. -

La Unidad Aérea de la Guardia Civil y la Sección Especial de Rescate e Intervención en Montaña (Sereim) aúnan fuerzas como ángeles guardianes para llevar a cabo rescates en complicadas condiciones de accesibilidad y meteorología y evitar que la montaña se convierta en un infierno.

Las cimas de Sierra Nevada, los desniveles de la Alpujarra o las cumbres de Cazorla se convierten cada año en el destino de cientos de personas que quieren pasar una jornada de ensueño que puede convertirse en pesadilla.

Los 16 especialistas de la Sección Especial de Rescate e Intervención en Montaña (Sereim) y los cinco pilotos y tres mecánicos de la Unidad Aérea de la Guardia Civil de Granada se entrenan cada día para convertirse en los ángeles de la guarda de las zonas más abruptas de Granada, Almería, Jaén y Málaga.


En los primeros seis meses del año, las unidades granadinas han protagonizado cerca de medio centenar de rescates, cuatro de ellos con víctimas mortales.

"Hacemos entrenamientos conjuntos con el máximo de efectivos posibles y con todos los supuestos necesarios para garantizar que la respuesta sea segura", ha explicado a Efe el capitán Moral, jefe de la unidad aérea de la Guardia Civil.

La incorporación del helicóptero a los rescates en montaña facilitó y agilizó la intervención del Sereim, que ha encontrado así el cómplice perfecto en más de la mitad de sus actuaciones anuales.

"Si tienes que hacer un rescate en un barranco o en una cima complicada, el desplazamiento en helicóptero te quita cinco horas de trabajo, que son vitales cuando hablamos de la vida de un accidentado", ha detallado el guardia Cruz.

Los agentes del Sereim se entrenan a diario para afrontar temperaturas bajo cero en invierno, descensos abruptos con cascadas de agua o caminatas en nieve, a lo que suman las prácticas en la grúa de la unidad aérea para acometer rescates desde el aire.

"La grúa del helicóptero tiene 50 metros de extensión y soporta 230 kilos, lo que permite rescatar desde el aire a montañeros accidentados para una evacuación rápida", ha explicado Moral.

Como las condiciones no siempre permiten utilizar la grúa, las dos unidades de la Guardia Civil se entrenan además para rescates en los que el helicóptero hace un apoyo parcial de frente, de lado, sobre un solo patín y otras maniobras de alta complejidad técnica que permiten rescatar en pendientes, cimas o acantilados de difícil accesibilidad.

"La confianza en el equipo es imprescindible, porque pones tu vida en sus manos. Y aquí no vale sentir miedo", ha subrayado Cruz.

Para poder afrontar situaciones de alto riesgo, se entrenan en situaciones límite de simulacros de caída por desnivel o paro técnico del motor del helicóptero, aunque la realidad casi siempre supera las simulaciones.

"Las corrientes de aire mandan y al helicóptero le afectan las temperaturas y la altitud. Alguna vez ha habido un cambio de corrientes y ahí te tienes que dejar llevar, como pasó una vez que íbamos a Sierra Nevada y terminamos en Motril", ha recordado Moral.

Los agentes de estas dos unidades se juegan la vida para garantizar la supervivencia de excursionistas y montañeros sin esperar más gratificación que la del trabajo bien hecho y la de las víctimas, como un montañero que quedó tetrapléjico en una caída y años después pudo agradecer la actuación de sus rescatadores.

"Recuerdo especialmente un rescate con unos niños brasileños que fueron cayendo por una pendiente con placas de hielo. Al coger a uno de ellos, caímos por el desnivel y frené con el piolet, una maniobra que entrenamos pero que te puede romper la pierna por la parada en seco", ha recordado Cruz.

Aquel 6 de enero de este año y tras dos horas de trabajo, estas dos unidades se convirtieron en los ángeles de la guarda de siete chicos, cinco de ellos menores, que volvieron a casa con politraumatismos pero a salvo gracias a un trabajo de altura.

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