Tuvo que llegar alguien de fuera de Jerez para que Maro volviese a firmar sus viñetas en la prensa escrita. Estaba España en los primeros balbuceos de la recién instaurada democracia cuando, en enero de 1983, accedió a la dirección de La Voz del Sur, periódico de Medios de Comunicación Social del Estado, Benigno Cid Harguindey, que llegó con ilusión de darle un giro a aquel rotativo que era santo y seña de la actualidad local y que desafortunadamente terminó cerrado en marzo de 1984, tras entender el Gobierno, presidido por Felipe González, que el Estado no podía tener prensa propia, aunque sí radio y televisión. Quería el joven director que el periódico aumentase su paginación y que incorporase una tira de humor y así fue como rescató a Maro. Maro era un personaje conocido en toda España y fuera de ella gracias a su humor gráfico, pero en Jerez no tenía viñeta propia y vino alguien de fuera para darle su espacio. Incluso sus viñetas quedaron reflejadas en un pequeño libro que se presentó en el Consejo Regulador y donde Maro lo pasó mal, porque lo suyo era periodismo puro en clave de ingenio, pero lo de hablar no se le daba especialmente bien, quizá, como diría Mami, su esposa, porque “era un tío tímido”.
Y las viñetas, los dibujos de Maro, han vuelto al primer plano de la actualidad, seis años después de su viñeta definitiva en enero de 2009, gracias a la Escuela de Arte de Jerez y a una exposición que fue inaugurada el pasado jueves. Una exposición que María del Carmen Ramírez de Aguilera, su esposa, quiere que sirva para “el nombre de mi marido no se olvide, que se recuerde siempre”. Con oportunidad de la presentación del libro Paco el Parao, que presentó EH Editorial hace un par de años, Mami indicó que “tengo muchas cosas inéditas de él y las estoy catalogando para hacer un libro con todo ello. Muchas obras no se pudieron publicar a causa de la censura”. Los alumnos de la Escuela de Arte han ido a su casa a seleccionar viñetas, de dibujos de cuando Manuel tenía solo 16 años y “se han quedado alucinados”. Mami tiene un museo en su casa, de la realidad gráfica de un Maro que todo lo veía con humor, a pesar de su aparente seriedad.
Lo que se ha expuesto en la Escuela de Arte es solo un parte de una personaje que nació en 1939 en Jerez, donde siempre quiso estar, de donde nunca se quiso ir. Si acaso sus escapadas a su segundo pueblo, a Chipiona, donde paseaba con su moto y también se dejaba ver por las arenas de sus playas. Los primeros trabajos los realizó, con 19 años, en la revista ‘Vida y Luz’, de las Escuelas de La Salle, bajo el seudónimo de ‘Maroro’ , Manuel Rodríguez Romero, y fue algo después, en el periódico Ayer, donde comenzó a conocerse como Maro . Hombre de una enorme personalidad, destacó por su ácida y original crítica en clave de humor de la actualidad y sus dirigentes, como gran defensor de la libertad de expresión, lo que le trajo algún que otro problema. Su carrera fue prolífica. Además de llevar su humor a revistas extranjeras, caso de ‘El Embotellador’ de Nueva York y la agencia Kopan, colaboró en infinidad de publicaciones como ‘La Cordoniz’, ‘Hermano Lobo’, ‘Dígame’, ‘Siete Fechas’ y periódicos (‘Pueblo’ o ‘El Correo de Andalucía’), haciéndolo también en la revista ‘Caso’. Estas colaboraciones le llevaron a su ingreso en la Agrupación Vanguardista Hispana de Caricaturistas Personales, realizando también exposiciones en España y México. También publicó tres ‘comics denuncia’ sobre las vidas de Lucrecia Borgia, Catalina la Grande y Eduardo VIII. Escribió una novela (‘Nerón y su vidorra’), un libro de enseñanza (‘Sea usted caricaturista’) y el de chistes ‘Jerez en el humor’. ‘Maro’ volvió a trabajar en La Voz del Sur’ en 1983 y posteriormente, desde el inicio de la andadura informativa del grupo Publicaciones del Sur, primero en El Periódico del Guadalete y después en Información, en todas sus cabeceras, incluida la de Información Jerez, hasta su fallecimiento.
Agudo, perspicaz, hiriente a veces, honrado siempre, amigo de sus amigos, motero empedernido. Era un personaje singular, que en su vida trazó muchos ángulos profesionales, no sólo el del humor gráfico, aunque tuvo la oportunidad de dedicarse en exclusividad a lo que siempre fue su pasión, desde que Antonio Mingote, le apadrinase dentro del mundo de los periodistas de humor. Quiso ser periodista de carné, pero se lo impidieron, aunque la Asociación de la Prensa de Jerez le tributó en su momento un homenaje.
Antonio Mariscal estuvo presente en el acto inaugural de esta exposición, de la que se indica que “resumir en breves lineas la prolífica carrera de Maro es complejo, sobre todo si se tiene en cuenta que toda su vida estuvo dedicada a este campo. Por ello, la Escuela de Arte de Jerez le quiere rendir un merecido homenaje a este genio del dibujo y de la caricatura y cuyos pupitres tuvieron la suerte de contar con esta gran figura como alumno. Maestro del humor, de la recreación simbólica, de los trazos marcados, de las palabras sugeridas y amante de la tierra que le vio nacer
Jerez
Maro, el genio vive por siempre
Su mujer, Mami, tiene un auténtico museo sobre su realidad gráfica
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