Raquel Barrera, la última víctima mortal de violencia machista en Jerez, tras perder la vida a manos de su marido presuntamente en abril de 2014, le había planteado al acusado, José Antonio C. A, de 45 años, su intención de poner fin al matrimonio tras 20 años de relación. Una decisión que este último “no aceptaba de buen grado” dado que el divorcio “supondría su carencia absoluta de ingresos y la pérdida de la forma de vida a la que estaba acostumbrado, además de la separación de Raquel”.
Así se desprende del escrito de la acusación particular que representa a los padres de la víctima que su letrado Antonio Barrera ha presentado en el Juzgado de Violencia de Género una vez culminada la fase de instrucción para su traslado a la Audiencia Provincial de cara al juicio, que se prevé entre marzo y abril de 2016. En dicho escrito trascienden nuevas informaciones de este caso, para el que la familia de Raquel pide 20 años de cárcel por un presunto delito de asesinato. A tenor de lo reflejado fruto de las pruebas testificales y, sobre todo, forenses, la mujer, de 42 años, no pudo defenderse al ser atacada “sorpresivamente” y “ por la espalda”.
Además de recoger que en el momento de los hechos la situación económica del matrimonio era de “absoluta dependencia” del padre de Raquel, ya que su marido estaba en el paro y su esposa trabajaba en una empresa de la familia, el escrito recalca que “las relaciones personales” del acusado con los padres de ella “era de gran intimidad y confianza”. “Era frecuente que saliesen juntos”, como así ocurrió la noche de los hechos.
Ese sábado, 5 de abril, una vez que llegaron a casa sobre las dos de la madrugada tras estar con los padres de ella y varios amigos, el acusado “subió al dormitorio, se puso el pijama y se metió en la cama, mientras que Raquel quedó en la cocina publicando en Facebook las fotografías que había tomado esa tarde de las actuaciones flamencas a las que habían asistido”.
“El estado de Raquel en ese momento era de confusión y somnolencia causada tanto por lo tardío de la hora como por el alcohol consumido ese día. El acusado, pasados unos minutos y en la falsa creencia de que su esposa estaba conversando mediante algún sistema de mensajería instantánea con otra persona se levantó de la cama, bajó descalzo y sin ruido las escaleras de la vivienda y accedió a la cocina donde Raquel estaba sentada, de espaldas a la puerta y apoyada sobre una mesa”.
Una vez en la cocina, según consta en dicho escrito, “cogió un cuchillo de cocina del soporte imantado existente junto a la puerta sin que Raquel se apercibiese de su presencia por su estado y la acometió por la espalda de forma sorpresiva y sin previo aviso, apuñalándola dos veces en el pecho” (penetrando en el corazón y en el pulmón derecho). La víctima “no pudo realizar maniobra de evasión o defensa debido a su estado como a lo inesperado del ataque; su única reacción fue llevar instintivamente las manos al lugar donde sintió que el cuchillo sufriendo un corte en la muñeca izquierda y en el dedo índice de la mano derecha”.