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Un sol nuevo

"La guerra no tiene ni tendrá nunca sentido. Constituye la antítesis de la convivencia humana"

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  • Ilustración de Jorkareli. -

Es imposible. Así, es imposible!
“Loretta Napoleoni es una de las mayores expertas sobre terrorismo. Como economista, encuentra la raíz del terrorismo islámico en su financiación. Ha publicado unos veinte libros, la mayoría bestseller donde muestra la realidad del capitalismo, del mercado negro y del terror”.
Este párrafo anterior lo publica un diario digital de nuestro país, haciendo alusión al tema que en este momento llena pantallas y derrama tinta, sin tinta y con ella, en todos los medios nacionales e internacionales.
Desde los maléficos acontecimientos del viernes pasado, el tono en las declaraciones de los políticos se ha elevado, alcanzando un nivel más que inusual, rozando la atonía de quien no quiere tratar el tema de fondo.
Los analistas de medio pelo, situados en la cresta de olas que bañan intereses oscuros, son capaces de mentir y poner a todos los dioses por testigos de sus afirmaciones, como los que quisieron convencer en el aciago mandato de Busch hijo, Blair y el Sr. Aznar de que en Irak había armas peligrosas. Más de un millón de personas se manifestaron en España en contra de la intervención que tan funestos resultados se ha demostrado que ha dado.
Pero ellos, no los analistas que también, sino los políticos, esos sabios sin título, esos reyes del concejo de consejeros aciagos y voluntad impropia, atentos más a la financiación de sus campañas, devolución de favores, cargo sin cargo y marionetas de su propio interés, van siempre por delante.
Napoleoni, consejera en la materia de varios gobiernos internacionales, como experta, aboga por la política bien entendida. No por la guerra.
No es ella solo quien alza la voz para declarar lo que ya sabemos y que no es sino la contradicción menos acertada que se extiende anodinamente entre las políticas internacionales de quienes, una vez más, se equivocan, como se han venido equivocando en la estrategia de las bombas frente a la diplomacia, el respeto y la integración de los pueblos.
Si precisamente estamos en contra de algo es de la violencia. Término a desterrar de un diccionario que, desafortunadamente, hacer aflorar el término en demasía, casi infatigable  frecuencia. El terror sería otra palabra a desterrar.
Pero mientras, tenemos que leer en el mismo diario y el mismo día que los presidentes de la Comisión y del Eurogrupo crearon la trama de fraude fiscal masivo para las multinacionales. En la foto aparecen Jean-Claude Juncker y Jeroen Dijsselbloem. Segundo éste que sustituiría al primero frente al Eurogrupo y al que los medios dieron su protagonismo por las repetidas y señaladas ocasiones que le vimos intentando negociar con ´la piedra´ griega Yanis Varufakis.
Así es imposible de todo punto. ¿Dónde está el mal?
La inteligencia no basta por sí sola. Y menos cuando se aplica para aquellas estrategias en las que se desprecia la vida humana. Una solo. No hace falta más. No vaya a ser que los famosos y “jartibles” – permítasenos el analogismo – daños colaterales, a la postre, vengan a ser justificativos de tanta equivocación y desmán.
A ver si nos enteramos de una vez por todas señores políticos. Su partido, ideología, razón de ser, es una sinrazón si no está impelida por el espíritu de bondad en su gestión y justicia en su apreciación, en la que la equivocación es posible, pero imposible es todo aquello que no vaya encaminado a cumplir honestamente con su función que no es otra sino el bien. El bien común y particular de la riqueza, diversidad, individualidad y colectividad que conforma la sociedad que representan.
La guerra no tiene ni tendrá nunca sentido. Constituye la antítesis de la convivencia humana. La coalición verdadera debería de nacer, en aquella diversidad a la que hacíamos referencia, del diálogo encaminado a la mancomunidad de intereses y el florecimiento de las facultades en bienestar. No venimos a la vida a sufrir la inclemencia de esos sabios incultos, interesados, exaltados, pretenciosos ni malévolos. Menos aún, quienes en aras de la civilización ocupan países, elevan bolsas armamentísticas y justifican colaterales teñidos de rojo inocente, pretendiendo que el recibo de contrapartida venga en blanco.  
Entre mundos enciclopédicos, movilidad telefónica y acusaciones al contrario, se podría parapetar la ineficiencia de quienes no son capaces de ver otra manera de hacer las cosas, diferente, novedosa, que haga posible vislumbrar ese sol nuevo tan necesario en nuestros días.
Votamos porque, esta vez y de una vez por todas, pueda ser posible.

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