Menos libres que antes,whatsapps, videos y selfies se suceden para comentar y grabar todo lo que nos divertimos, los jerezanos disfrutan de la feria. Medios dormidos y dormidas acuden a los puestos de trabajo, porque no es semana de vacaciones, mucho café por la mañana y alcohol por la tarde, pero se aguanta el tipo. Desde las zambombas de navidad han pasado ya muchos meses y se echa de menos la fiesta, en estos días se piensa en divertirse, sólo es una semana. La siguiente nos devolverá al día a día, con Pelayo salvada de su implicación en la Gürtel, los funcionarios del Ayuntamiento negándose a aceptar los ajustes, las elecciones, con todo lo que da que hablar. Pero ahora no, aquí hacemos catarsis festiva, olvidamos lo malo con mucha música y baile. Nos asimilamos a otros pueblos considerados primitivos, los “avanzados” prefieren hacer psicoterapia como los norteamericanos. No tiene comparación dejarse el dinero en terapeutas a dejarlo en las casetas, espero que nunca evolucionemos tanto.
Aquí en Andalucía siempre hemos resuelto los problemas a nuestro modo. Las romerías han conseguido superar los problemas de fertilidad de una pareja, cuántas de ellas no han conseguido embarazar a la que se creía estéril. Los milagros de los santos se sustituyen ahora por facturas en clínicas de fertilidad para las que hay que pedir préstamos porque son imposibles de pagar para la mayoría.
El calendario festivo es crucial en la vida andaluza y en la de tantos pueblos. El cristianismo fue el primero en darse cuenta, nadie se haría cristiano si con ello perdía sus fiestas tradicionales a las que estaban acostumbrados. Se podían entregar los dioses a los que habían rezado durante siglos para sustituirlo por el nuevo dios, las fiestas eran otra cosa, ésas eran irrenunciables. Así se trocaron los dioses y diosas por Jesús y los santos, pero las fiestas continuaron en las mismas fechas y con características parecidas. El Rocío nos une con nuestros antepasados y sus costumbres paganas en un túnel de tiempo que ríete tú de las puertas de la serie “El ministerio del tiempo” o de los coches rojos de “Regreso al futuro”. En esas noches, en la aldea, los tamboriles nos llevan a otras épocas y nos unen con otros andaluces más remotos.
Hasta la Semana Santa es para nosotros una fiesta de exaltación del Cristo y de su madre, nos pasea entre azahares a la vez que redime, con su excelencia estética de figuras recortadas en noches de luna llena y calles estrechas. Este perfil festivo nuestro nos define, nos eterniza como el suyo a los egipcios, habla de quienes fuimos y de quienes somos.
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