La abstención socialista en la moción de censura de Unidos Podemos contra Mariano Rajoy es la primera decisión política de relevancia que ha tomado, tres semanas después de su reelección, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, y con la que marca su impronta frente al voto en contra previsto por la gestora.
Será mañana cuando el portavoz provisional en el Congreso, José Luis Ábalos, comunique la decisión al grupo parlamentario, en una reunión a puerta cerrada en la que su acogida podría dar una idea del grado de cohesión que hay en este momento entre sus 84 diputados, escorados en los últimos meses hacia las posiciones de la gestora.
Ya en plena precampaña de las primarias el anuncio de la moción que hizo el líder de Podemos, Pablo Iglesias, produjo el rechazo unánime de socialistas, que vieron en él un intento de aprovecharse de su debilidad interna con la misma "mala fe" con la que un año antes había anunciado por sorpresa un gobierno de coalición mientras Sánchez estaba con el Rey.
Considerada desde distintos sectores políticos una moción de censura contra el PSOE, más que contra el PP, el presidente de la gestora, Javier Fernández, llegó a enviar a Iglesias una carta en la que no solo le comunicaba que los socialistas no la apoyarían, sino que le acusaba de presentarla para "volver como salvador a la escena del crimen".
Fernández, que dejó así "bien claro" su rechazo a la iniciativa de la formación morada, se comprometió, no obstante, a "escuchar" la opinión de Sánchez días después de la abrumadora victoria de éste en las primarias y terminó dejando en sus manos la "decisión final", tras reunirse con él el pasado 29 de mayo.
Una reunión en la que dijo a Sánchez que tenía que "ser él" el que tomase esa decisión y en la que no le trasladó "ni su opinión ni su criterio" al respecto, aunque era conocido que el asturiano era partidario de votar en contra.
Por entonces, el entorno del secretario general, empezando por el propio portavoz, José Luis Ábalos, ya defendía públicamente la abstención como "solución compensada" entre las razones que merecen la censura a un presidente del Gobierno cuya dimisión había exigido Sánchez durante la campaña de primarias y la posición de todo el PSOE de que la alternativa de Podemos ni era seria ni estaba bien planteada.
A dos días del debate, lo previsible es que el grupo socialista apoye esa posición, mientras que Ábalos se enfrentará a la prueba de intervenir en el hemiciclo en representación de un PSOE que ha tomado un nuevo rumbo, aunque hasta el próximo fin de semana no elija a su próxima dirección, en el que será el 39 Congreso Federal del partido.
Fuentes socialistas descartan que Sánchez vaya a acudir a la tribuna de invitados a presenciar el debate, ya que eso resaltaría la iniciativa de Iglesias.
Con el argumento de que "Rajoy es censurable pero Iglesias no es presidenciable", el grupo socialista seguirá esta semana en el Congreso la estela que acordó el propio Sánchez con la secretaria general de los socialistas madrileños, Sara Hernández, de abstención en la moción de censura contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.
En ambos casos, el equipo de Sánchez reconoce que en la decisión ha pesado que no daban los números para permitir un cambio en la presidencia y que una moción contra Rajoy no puede descartarse en el futuro, si las circunstancias fueran otras, es decir, si tuviera la garantía de prosperar y estuviera liderada por el PSOE.