ya no hay dioses que sean dueños señores y señores del mundo. Cada uno de ellos, han visto vencidas sus enseñanzas, sus sacrificios, su ejemplaridad y su amor hacia el ser humano, por el más poderoso caudillo que siempre ha existido y existe en la tierra: "el dinero" y su proyección futura es formar imperio único.
Es posible que en su pecera, los diminutos peces parezcan felices a pesar de estar dándose continuamente golpes contra el cristal que les oprime y limita, pero lo que si es cierto es que están los suficientemente sujetos para que no molesten a nadie y exhibirlos, cuando queremos dar colorido y sensación de amor a la forma de vida de los demás, ante personas que deben considerarnos éticos y sensibles.
Cuando se emprende un negocio - y hoy me interesa la empresa que edita libros - la primera premisa que ha de cumplir el mismo es el de ser rentable. Hay que ganar dinero. Es la única forma de garantizarle vida indefinida a la empresa y esta evidencia no es criticable, pero otro hecho muy diferente es cómo se consigue esa rentabilidad y sobre todo cómo se desprecia en la intimidad y se falsea en el discurso oficial (ya me estoy refiriendo al universo de la cultura) el sentimiento hacia el mundo de las ciencias y las letras, que se desvanece y diluye, cuando aparecen en el horizonte las más toscas y vulgares producciones, pero que son hoy día y por obra de una desgraciada popularidad en medios de difusión, ríos de dinero, que el caudal de la ignorancia mantiene.
Encerrados como esos pequeños pececillos que antes cité, los verdaderos amantes del saber, la creatividad, del arte, del esfuerzo, de la insistencia en el estudio como base de la investigación y desarrollo y sobre todo escritores y poetas a los que hoy me quiero referir, siguen soportando y sufriendo la gran decepción de ver cómo a pesar de ser premiados en concursos diversos a los largo de la geografía nacional, no pueden ver en ningún momento su obra editada, porque no tienen recursos económicos, porque no hay editorial que salga adelante y se arriesgue a lanzar el libro, porque no son conocidos y si no se propaga debidamente la obra, nadie va a a adquirirlo en una librería o porque - y esto es los más hiriente - se le exprime al máximo en las condiciones de edición o se considera que los escritos son simples tonterías, porque interpretan como tonterías los argumentos que no producen dinero. Y las autoediciones en su narcisismo, no son precisamente el ejemplo a seguir y en realidad están haciendo un enjuto favor al mundo del libro y el autor.
Se puede ser imbécil, pero productivo y los ejemplos son múltiples. Quien no es rentable, quien no da dinero, no tiene respetabilidad. La admiración es un sentimiento vulgar que no está en las empresas comerciales. Veo muy bien que el empresario atienda, aquello que va a dar lucro y riqueza a su empresa y con ello su continuidad, pero lo que hoy pido es que sean responsables y consecuentes con su manera de pensar y actuar y no utilicen a estos intelectuales que luchan diariamente por un país mas culto, más inteligente y más creativo, como flores para homenajear en un determinado momento a los poderes públicos, presumiendo de que son sus mecenas, para al día siguiente dejarles de nuevo mustios en sus tertulias ciudadanas.