Cuarto festejo del abono portuense 2017. Con un cuarto de entrada “con propina” se han lidiado toros de La Palmosilla; para Juan Serrano “Finito de Córboba”: (Vinagre de yema y azabache): palmas y bronca; López Simón (Marino y oro): oreja y oreja; y José Garrido (Grana y oro): vuelta al ruedo y oreja. Hay que destacar la torería del maestro Juan Montiel en la lidia del primer toro. Se han desprendido de la montera en forma de saludo a algunos banderilleros pero sin merecimiento de guardar sus nombres en el recuerdo. Bochornoso desorden en la lidia durante y tras el tercio de varas en el cuarto de la tarde. En El Puerto los alguacilillos deben cumplir la labor de dirigir la lidia y no ser simples “figuritas de Belén” simplificando su cometido en encabezar el paseíllo y entregar los trofeos.
El gobierno de España tranquiliza a los ciudadanos afirmando que se ha tocado fondo y que el fin de la crisis económica está cerca, pero los taurinos tenemos que preocuparnos de la profundidad abismal en la que está cayendo la Tauromaquia. Ejemplo lo tenemos hoy en la Plaza Real donde hemos pasado de dos corridas con una entrada de tres cuartos de plaza a una tercera con un cuarto de aforo. Si el dicho afirma que “los aficionados a los toros cabemos en un autobús”, aquí en El Puerto debo asegurar que si los montamos en el “tren turístico sobran asientos”. Quizás parte de la culpa de las localidades que hoy no han sido “enfoscadas” por el público sea consecuencia de que los precios de las entradas no deben ser los mismos cuando un plato está condimentado con “azafrán” o con un simple “colorante alimentario”.
Si hoy “Finito de Córdoba” se hubiese examinado para ocupar el título de sexto “Califa del toreo”, sin duda alguna que la nota que ha sacado no le hubiese valido ni para la ser “Emir”. Es una lástima que un” torero de toreros y aficionados” haya pasado una vez más de puntillas por El Puerto. En su primer toro todo quedó en probaturas sin lograr el acople necesario para cuajar una faena. En el cuarto de la corrida nos ha venido aromas a un “Fino” remontado, casi avinagrado (de ahí la alocución al color del traje). Una lástima que haya dado una imagen de “no querer ni poder” en una plaza de la categoría y solera como es El Puerto. Ojalá, expresión proveniente del árabe “law sha’a Allah” (“لو شاء لله”), que quiere decir “quiera Dios”, la próxima tarde que el diestro cordobés mate una corrida en la Plaza Real consiga conquistar la Puerta Grande que se le tiene atragantada.
Quizás López Simón, tras sus cinco orejas y dos Puertas Grandes logradas en El Puerto la pasada temporada, no haya sido “colocado” por la empresa en el cartel que le correspondía. Al diestro de Barajas se le nota que el tratamiento de la “cámara de descompresión” por el que ha pasado tras la ruptura con su anterior apoderado le ha surtido efecto. En su primer toro hay que destacar el galleo por chicuelinas con el que lo puso en el caballo. Con la muleta se impuso a un toro que no era nada fácil y con el que se acopló desde el comienzo de faena. Logró tandas de buen trazo ante un animal que le entregó y le dejó expresar su toreo. Finalizó la faena con dos limpios circulares y tras una estocada consiguió cortar una oreja.
Con el capote en el quinto de la tarde lo toreó muy a su estilo, es decir no sacando los brazos en el lanceo. La faena de muleta la comenzó por estatuarios. El torero instrumentó una faena facilona ante un “medio toro” con bondad en las embestidas. Terminó con arrimones de cara a la galería y consiguió una oreja tras un pinchazo y estocada.
José Garrido se presentaba como matador en esta plaza tras su triunfal actuación en la misma como novillero. El extremeño ha demostrado que un joven torero muy a tener en cuenta para refrescar el “vetusto” escalafón de diestros que actualmente mandan en La Fiesta. Al tercero de la tarde lo lanceó por verónicas rematadas por chicuelinas. Le realizó un vibrante quite a pies juntos tras la salida del caballo. Emotivo fue el brindis a “El Mangui” quién recogió una fuerte ovación del público. El toro tenía mucho genio, tanto es así que cada vez que embestía “roncaba”. El toreo se mostró muy firme y muy por encima de un toro que amagó con refugiarse en los terrenos de tablas. Tras una estocada dio una vuelta al ruedo.
Al último del festejo volvió a lancearlo con temple, destacando de su labor con el percal el galleo por chicuelinas con el que lo dejó fijo al caballo de picar. Con pañosa realizó una faena de entrega y pundonor ante un toro muy apagado que no rompía “pa´lante”. El torero finalizó su labor entre los pitones dejando con la boca callada a un “bocaza” que se encontraba en los tendidos del cuatro. Tras una estocada cortó una oreja.