Mil ochocientos años antes de Cristo, en Babilonia, Hammurabi escribió uno de los códigos de leyes más antiguos que se conservan. Era una sociedad que conocía la ciencia médica, por eso en él se legislaba sobre los sueldos que debían cobrar los médicos y, siendo tan avanzada esa civilización, también se recogían las penas por mala praxis. Era su forma de garantizar un buen servicio. Después del tiempo transcurrido, lo que más me sorprende no es lo que ha avanzado la medicina sino lo que se ha desarrollado el corporativismo médico y cómo se ha ignorado la opinión de los pacientes.
Existen libros de reclamaciones pero como el servicio de salud está poco habituado a que se use, tienen pocas hojas, la verdad. Este último fin de semana se acabaron en las urgencias de La Milagrosa. La duda es para qué sirve que se presenten estas reclamaciones por los malos servicios sanitarios.¿Para que te manden una carta a casa contestándote que se tendrá en cuenta? Por favor, transparencia, dejen de quedarse con el personal, está claro que seguirán mal dotados los servicios de urgencias y que el del Hospital de Jerez atiende al triple de la población que puede tratar adecuadamente. Han hecho como con las cárceles, se hacen para mil internos y se llenan con tres mil. Las respuestas que queremos van por un aumento presupuestario que no ponga en riesgo nuestras vidas. Los datos sobre el número de personas que fallecen por recibir una atención deficiente diagnóstica y médica en Jerez no se publican en ninguna parte, pero conocerse, se conocen.
La mayoría de las profesiones y servicios son evaluados para garantizar un buen servicio. ¿Por qué los servicios sanitarios no? Cada vez que alguien se sirviera de ellos debería rellenar una hoja calificando el servicio y dando sugerencias. Así empezaríamos a ver que al usuario se le tiene en cuenta. Los resultados anuales deberían ser publicados y las medidas a tomar para mejorarlos también. Una administración que gestiona unos servicios sanitarios de espalda a los pacientes, cuyas opiniones no cuentan para nada, es porque es consciente de lo escandalosas que son sus carencias.
Nos encontramos más desprotegidos que en tiempos de Hammurabi, en ellos la mala praxis estaba debidamente penalizada. Ahora está debidamente ocultada. Los médicos y el personal sanitario son los únicos protegidos por la Administración. No podía ser de otra forma, si no serían los primeros en descubrir el pastel, ese que hace tanto tiempo que está podrido.