Navidades del año 2011. Un niño recibe varios regalos, entre ellos, un pollo de plástico de color amarrillo con el pico y la cresta rojos escarlatas. Su expresión, la del pollo, era siempre de sorpresa, con el pico abierto. El pequeño abrazó a su regalo y le presionó la barriga, o la pechuga, el caso es que el pollo emitió un sonido estridente, desagradable y punzante. Un cacareo de mil demonios, como si imitara a un pollo enfermo una gripe aviar que aglutinase todas las cepas. Su padre, agente de la Policía Nacional en Cádiz, supo desde el primer instante, desde que escuchó el primer grito, que el pollo tendría que abandonar lo antes posible su hogar. Era demasiado molesto ese “pitido estridente”.
Siempre acaba en la misma bolsa donde metemos los banderines, las pancartas, los petosNo sabemos si para hacer una gracia o con qué primera intención lo hizo, pero el caso es que este agente de Policía se llevó el pollo a la oficina y allí se quedó colgado de un perchero.
Carmen Velayos, secretaria general del Sindicato Unificado de Policías, SUP, en la provincia de Cádiz, lo recuerda perfectamente. “Allí permaneció colgado hasta el día en que pensamos que lo que era un defecto podría ser una ventaja, y es que su desagradable ruido podría sernos útil en las manifestaciones y concentraciones que llevamos a cabo desde el sindicato”. También su tonalidad ‘rojigualda’ le daba un aspecto patriótico único. Y así comenzó la historia del pollo de plástico más reivindicativo de España y quizás, por qué no decirlo, del mundo.
El pollo, cuyo precio ronda el euro en tienda, para el SUP tiene un valor incalculable. “La verdad es que llama mucho la atención y ha salido en numerosas fotos”, señala Carmen Velayos quien no duda que para que las demandas del colectivo tengan suficiente eco en los medios es necesario a veces llamar la atención de los mismos.
El SUP de Cádiz ya ha realizado campañas protagonizadas por un soldado de asalto de las Fuerzas Armadas Imperiales o han repartido abanicos a las puertas de la antigua Comisaría Provincial de Cádiz para dejar patente la ausencia de aire acondicionado en numerosas zonas de aquel viejo edificio.
El pollo, desde el año 2012, cuando asistió a su primera gran manifestación allá por el año 2012, llevada a cabo en Madrid a favor de la equiparación salarial, se ha convertido en un habitual en las protestas a las que acude o convoca el SUP de Cádiz. “Siempre acaba en la misma bolsa donde metemos los banderines, las pancartas, los petos”, explica Velayos.
Así ha estado varias veces en Sevilla, también en Madrid, en Algeciras, en Puerto Real, y por supuesto en las concentraciones que llevan a cabo en Cádiz capital.
“Ha estado”, relata Velayos, “ayudándonos en las protestas realizadas en la Comisaría Provincial de Cádiz cuando ésta tuvo que ser evacuada, también ha estado en nuestras manifestaciones por la jornada laboral, que se aprobó en el año 2015, hace dos años estuvo en la concentración contra la intención de recortarnos derechos en plena Navidad, también nos ayudó en las demandas por mejorar la climatización de la Comisaría de Puerto Real, estuvo en Madrid reclamando dignidad salarial, a Sevilla con el tema de la jornada laboral y de la Unidad Adscrita”.
Por eso, otros miembros del sindicato, como Francisco Camacho, no dudan en afirmar que “el pollo es de nuestra familia”. De hecho, “duerme en la sede del Sindicato Unificado de Policías de Cádiz, es el que nos cuida la sede. Está en el perchero y a veces sentado. Algunas veces le ponemos una bandera de España, otras le colocamos un silbato”, descansando en espera de la próxima manifestación.