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Fiscal general de EEUU amenaza con irse por las presiones de Trump

Jeff Sessions, comunicó a la Casa Blanca que tendrá que dejar su cargo si el presidente, Donald Trump, decide despedir a su "número dos", Rod Rosenstein

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  • Jeff Sessions. -

El fiscal general de EE.UU., Jeff Sessions, comunicó a la Casa Blanca que tendrá que dejar su cargo si el presidente, Donald Trump, decide despedir a su "número dos", Rod Rosenstein, el máximo responsable en el Gobierno de la investigación sobre la trama rusa, según publicó hoy The Washington Post.

El diario capitalino, que cita a fuentes familiarizadas con el asunto, asegura que Sessions comunicó su posición al abogado de la Casa Blanca, Don McGahn, el pasado fin de semana.



La conversación de Sessions con McGahn se produjo justo cuando Trump estaba valorando la idea de despedir a Rosenstein, que se encargó de aprobar los registros el 9 de abril a las oficinas y la habitación de hotel de Michael Cohen, el abogado personal del presidente.

Rosenstein decidió crear en mayo de 2017 la figura del fiscal especial y eligió para ese puesto a Robert Mueller, con la misión de que investigara el alcance de la injerencia rusa en las elecciones de 2016, denunciada por las agencias de inteligencia de EE.UU., y si hubo coordinación con la campaña de Trump.

A pesar de liderar el Departamento de Justicia, Sessions no pudo elegir al fiscal especial porque se había inhibido de la investigación rusa, algo que Trump consideró una traición.

Trump lleva meses arremetiendo contra Sessions, al que ha llamado "débil", y también ha valorado acabar con la "caza de brujas" que considera la investigación rusa mediante el despedido de Mueller y Rosenstein, algo que para la oposición demócrata supondría un ataque directo a la democracia del país.

Según avisan los expertos, si Trump se atreve a despedir a Mueller o Rosenstein, podría desencadenarse una crisis similar a la que provocó el presidente Richard Nixon (1969-1974) cuando en la llamada "Masacre del sábado noche" destituyó al fiscal especial encargado de investigar el escándalo "Watergate".

En esa noche del sábado 20 de octubre de 1973, el entonces fiscal general, Elliot Richardson, y su segundo al mando, William Ruckelshaus, se negaron a ejecutar la orden y dimitieron, lo que desató una ola de indignación contra Nixon y aceleró su salida del poder.

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