Antes que como escritor, este jienense se presenta como un lector omnívoro. Criado entre libros, en un hogar del casco antiguo de la capital, leyendo descubrió su vocación como escritor, encontrándose en la actualidad inmerso en su tercera novela histórica, un género en el que ha encontrado su voz narrativa.
Emilio Lara (Jaén, 1968) es doctor en Antropología, licenciado en Humanidades con Premio Extraordinario, Premio Nacional Fin de Carrera y profesor de Geografía e Historia.
Hace una década se planteó escribir su primera novela histórica y fue en 2016 cuando vio la luz ‘La cofradía de la Armada Invencible’, publicada por Edhasa. “Es la mejor novela histórica que he leído en mucho tiempo”, le reconoció el escritor jienense Juan Eslava Galán, amigo y uno de sus referentes novelísticos, junto a Arturo Pérez Reverte. Con éste último colabora en el portal literario Zenda y también escribe para ABC. “Estas facetas me han permitido hacer llegar mi Literatura a mucha gente”, agradece.
Hoy es uno de las plumas andaluzas más reconocidas, un novelista prolífico que se ha ganado el respeto de la crítica y el público. “Escribir es una necesidad innata, una forma de expresarme. Es una pasión que arde dentro de mi”, dice.
En 2017 publicó ‘El relojero de la Puerta del Sol’, su última novela, con la que ha recibido el Premio Andalucía de la Crítica de Novela y el premio Novela Histórica Ciudad de Cartagena. En breve se publicará una nueva edición y se traducirá al portugués y japonés. “Estoy contentísimo. Es rarísimo que los críticos premien una novela histórica. El premio fue un espaldarazo a este género”, reconoce. En la actualidad, ultima la que será su tercera novela histórica. “Es el género que más me gusta”, afirma.
Si en la primera se adentró en el siglo XVI y en la segunda en el siglo XIX, en ésta viajará aún más en el tiempo. Sólo adelanta que los escenarios serán Francia, España e Italia. Desde hace treinta años, la novela histórica es el género más leído en España. “La novela histórica no sólo es capaz de entretener y permitir viajar en el tiempo, sino que da al lector las claves de la sociedad y permite compararla con otras. Permite a todo tipo de personas acceder a la Historia. Es un género interclasista”, dice.
Concibe la novela histórica como “una historia que transcurre en el pasado”, en la que debe predominar la narrativa y el marco histórico no debe ralentizar. “La novela histórica tiene que mantener un equilibro entre los hechos históricos y los ficticios, para combinar lo que sucedió con lo que podría haber sucedido. El resultado final tiene que hacer verosímil la historia que se está contando y que el lector no sepa distinguir entre lo que sucedió y lo que no”, considera.
Cada vez trabaja más los sentimientos, ahondando en la psicología del lector, ayudándose de la mirada femenina. Si Hemingway utilizaba la técnica del puñetazo en el estómago al arrancar un artículo y Paul McCartney hacía la prueba de la guitarra acústica a cada canción como fórmula infalible para saber que engancharía al público, para Lara es fundamental que “la primera página, leída en voz alta, tenga melodía, cadencia narrativa y potencia en la historia”.
Una de sus constantes como escritor es hablar de Jaén. Un capítulo de ‘El relojero de la Puerta del Sol’ se sitúa en el Jaén del trienio liberal de 1823. “Es un homenaje que hago a mi ciudad. Me siento profeta en mi tierra. Es un orgullo que mi obra esté siendo bien acogida en Jaén”, valora.
Lo que más le reconforta de escribir es el mero hecho de escribir. “Reescribo más que escribo. Me gusta la sensación de estar a solas ante el ordenador, saber que he luchado cada página que escribo”, dice.
Lara se adentra en la Historia como profesor en el IES El Valle desde hace 15 años, como novelista y también paseando por Jaén. “Me da mucha pena que el casco histórico esté en coma, depauperado. Una oportunidad perdida fue haber deslocalizado la Universidad. Una facultad de Letras lo hubiera revitalizado”, afirma.
Reconoce que el trabajo del novelista es un 90% de artesanía y un 10% de creatividad. “La inspiración no me llega de un paisaje o plaza. Conocer la historia de Jaén sí me ayuda a escribir. Al pasear por la ciudad voy viajando en el tiempo. Es como si en mi mente funcionaran daguerrotipos del siglo XIX. Voy recreando lo que fue Jaén y lo que hoy ya no es”, termina.