El pasado 23 de enero, horas después de que el diputado venezolano Juan Guaidó jurase en público como presidente encargado, la entrada al popular barrio caraqueño de Petare estalló en llamas, que demuestran hoy que sus calles están sembradas de yesca y que sus vecinos se alejan del chavismo.
Ubicado en el este de Caracas, la popular barriada de Petare compite con otras del continente por el dudoso honor de ser la favela más grande de América Latina. También fue uno de los puntos donde el discurso del chavismo sumó adeptos con más facilidad.
Sin embargo, la crisis que atraviesa Venezuela ha comenzado a calar entre sus casi 800.000 vecinos y ha generado un terremoto con numerosas réplicas en las filas chavistas.
"Creo que es por el tema de la economía, (...) no nos alcanza el dinero para comprar comida ni siquiera. Si compramos una camisa no comemos por dos meses, tenemos que ir bandeándonos, dejar un hueco para llenar otro", comenta a Efe Iván Urbina, vecino del sector 5 de julio.
Urbina, con camiseta de la selección venezolana de fútbol y gorra negra de luto con las estrellas de su bandera, confiesa que ha participado en las manifestaciones opositoras de 2017, consciente de que en ellas podría haber perdido la vida.
Y pese a todo asegura que no temerá si alguna chispa prende de nuevo las calles de su barrio: "La gente tiene muchísimas ganas (de salir a las calles a protestar) de salir de este gobierno sin importar que nos maten".
"Si ya nos están matando de hambre y necesidad ¿De qué sirve quedarnos en nuestras casas y morirnos lentamente?", se pregunta.
El puente que une el 5 de julio con el barrio residencial de La Urbina, uno de esos lugares donde el contraste de la pobreza se subraya contra el verde de los cerros, todavía tiene restos de aquel enfrentamiento que la noche del 23 al 24 de enero llenó la noche de Petare.
Según los datos de la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, 26 personas murieron en todo el país en esas protestas.
Pero los vecinos de la zona denuncian que la peor parte llegó después ya que las unidades antidisturbios recorrieron las calles del barrio y lanzaran gases lacrimógenos incluso dentro de las casas.
Jeannete Tovar, una de las vecinas, recibe a Efe con uno de sus nietos en brazos y muestra una de esas bombas que conserva en el salón de su casa, en el que tampoco falta el crucifijo y la televisión de rigor.
Para ella son evidentes las razones por las que muchos de sus vecinos se han ido uniendo a las filas de la oposición. "No tenemos con qué comer, el trabajo no alcanza para comprar la comida".
En su opinión, el gobierno cree que con "un bono" o "una caja" de comida pueden subsistir.
"No vamos a estar así todo la vida. Queremos un sueldo con el que subsistir y salir adelante: salir al mercado y comprar las cosas que usted necesita", asegura Tovar y advierte: "A Todos los enchufados con este gobierno se le va a acabar la mantequilla (la vida fácil), tienen que trabajar como todos nosotros".
Por eso asegura que ha recibido con ilusión la noticia de que Guaidó anunciase que asumía el cargo de presidente interino de Venezuela que ha generado "la expectativa de que por fin" van a superar "este Gobierno que nos esta matando de hambre".
Por eso, Tovar quiere que haya "elecciones a todo: gobernadores, alcaldes y de todo para que Venezuela pueda salir adelante".
La frase la comparten muchos de sus vecinos a lo largo de las calles que serpentean por los oteros rocosos que parecen haberse encaramado a los cerros para huir de la ciudad.
Recorrer esas calles en estos días implica cruzar la tensión que se percibe en vecinos que cierran sus puertas o que miran con una mezcla de temor y curiosidad al desconocido.
En Caracas, una de las ciudades más peligrosas del mundo, Petare es uno de los puntos más temidos. Entre los trabajadores honestos y aprovechando el laberinto de calles también se refugian pandilleros.
Con el micrófono apagado, algunos explican que incluso los miembros de "el hampa" están cansados del Gobierno y ha habido un fuerte enfrentamiento en los últimos días las estaciones de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, policía militarizada).
Un vecino reconoce que les han dicho: "Nos están matando, por qué no bajan a defendernos", si bien enseguida irrumpe otro y afirma con contundencia que ese "no es el deber ser".
"Aquí estuvo tenso el día 23 y 24, hay un modulo de la guardia y le zumbaron bastante", explica César Rojas, vecino del sector 12 de febrero.
Rojas también asegura que en el sector en que vive los chavistas son cada vez menos y, pese a los abusos de la GNB, ellos no han respondido porque no son violentos.
"No tenemos por qué ser violentos", subraya en el taller de motos en que trabaja.
Con resignación y tras limpiarse el aceite de sus manos, como muchos de sus vecinos, sigue esperando un cambio que todavía no llega pero que percibe más cerca.
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Las barriadas populares de Caracas se tensan y se alejan del chavismo
Ubicado en el este de Caracas, la popular barriada de Petare compite con otras del continente por el dudoso honor de ser la favela más grande de América Latina
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