La lectura de un poemario nos aísla hasta el extremo de encriptarnos. Es lo que debe ocurrirnos con una obra literaria. Decía Ortega y Gasset que ha de introducirnos en una burbuja, donde el tiempo lo marca el paso de las páginas, con la particularidad de ir hacia atrás cuantas veces queramos.
Este fin de semana pasado, ha nacido el mes loco que hace sonreír despintando caras y atontando plumeros. La lluvia jarreó con ganas por La Isla. El viento loqueó por las calles, agitó los árboles, levantó melenas. Contemplar esta estampa desde la ventara, fue como verlo jugar al escondite, huir y aparecer, animándonos a permanecer en casa, abrazados por los cojines del sofá, dispuestos a leer, a ver la fotografía que conforma un poema. Si además la percibimos con la perfección artística del blanco y negro, resulta sublime. Es difícil, pero la magia se da.
Este par de días pasados me la han regalado con el poemario titulado Introducción al Límite, de María Alcantarilla. Sustentado sobre cuatro pilares -Umbral, Proyección en perspectiva, Punto de Fuga y Un segundo después- el lector viaja al interior del desamparo, la soledad, la orfandad, la indefensión, la felicidad aparente, la fragilidad de la salud, pero sobre todo contempla el dolor en todo su valor y belleza, como escribió Óscar Wilde en De Profundis. Hasta entonces nadie había escrito de forma tan apasionada como íntima sobre el sentido de la existencia. De Profundis es un grito contra la irracionalidad, la desesperanza, la humillación, concluyendo en la paz que concede la conformidad. En Introducción al Límite, la autora va disparando instantáneas donde apreciamos los desgarros del dolor, anónimo y urente, concluyendo en un soplo de esperanza sin perder la rebeldía que subyace y bruñe cada uno de los poemas.
Con un lenguaje sencillo, María Alcantarilla trabaja la naturalidad, la espontaneidad de la voz con la destreza y la precisión de un orfebre. Es observadora de los sentidos, escribe lo que ve con musicalidad y ritmo, alternando la prosa con el verso de la mano de un ángel, ya que a veces el personaje resulta andrógino. Introducción al límite es una fotografía de esta línea, de este momento que une o separa lo físico y lo inmaterial. Un poemario donde se aprecia la fusión entre la viveza de la juventud y la serenidad de la madurez logrando conmover. Un título con lugar propio en la mesa de noche.