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San Fernando Cofrade

Los restos de la sierva de Dios, la hermana Cristina, en la capilla

El obispo diocesano Rafael Zornoza preside la ceremonia de reapertura de la capilla, donde ya se puede acceder a los restos de la sierva de Dios.

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El obispo, arrodillado ante los restos de la hermana Cristina.

Vista de la capilla a través de la nueva cristalera instalada.

El obispo presidió la eucaristía.

Fieles, en la calle y siguiendo la ceremonia.

Los restos mortales de la sierva de Dios, la hermana Cristina de Jesús Sacramentado fueron trasladados ayer sábado del cementerio del convento, a la capilla, que hoy domingo ha abierto de nuevo sus puertas con una eucaristía presidida por el obispo diocesano, Rafael Zornoza Boy, que nada más entrar en la capilla del monasterio de la Santísima Trinidad  se arrodilló ante los restos de la hermana Cristina y el Santísimo, antes de iniciar la eucaristía en una capilla muy reformada, donde una pared ha sido sustituida por una gran cristalera, que permite ver la capilla y la lápida con los restos  de la hermana Cristina de Jesús Sacramentado.     

Fuera de la capilla colocaron decenas de sillas y altavoces para que el público pudiera seguir la eucaristía, ante el poco aforo de la remozada capilla, que  cerró sus puertas el 8 de enero y aunque estaba previsto que se pudiera abrir en febrero, no fue hasta este domingo cuando reabrió sus puertas al público, con los restos de la hermana Cristina más accesibles.     

La propuesta de trasladar los restos, de la hermana Cristina a la capilla partió en 2016 de la hermandad de la Misericordia, impulsora del proceso de beatificación.   


Este traslado de los restos se planteó a fray Eduardo Sanz de Miguel, vice postulador general para España de la Orden de los Carmelitas Descalzos, en su última visita a San Fernando el pasado mes de abril.     

Era una demanda  también de quienes en su día trataron con la hermana Cristina y quienes han vivido milagros por su intercesión y oración.     

El lema de la hermana Cristina, Orar, Callar, Sufrir, se cantó en la entada de la ceremonia, que concelebran varios sacerdotes diocesanos y carmelitas descalzos.

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