El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, afronta la reunión que el martes mantendrá a mediodía con el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, para intentar recabar su apoyo en la investidura con la expectativa de conseguir que los 'morados' rebajen su posición de exigir la entrada en el Consejo de Ministros ante la amenaza de una repetición electoral.
"Van a pasar cosas", señalan en el entorno más próximo del presidente en La Moncloa sobre la entrevista con Iglesias, de quien depende en primera instancia que la investidura salga o no adelante.
Sánchez está esperando que Iglesias rebaje sus posiciones porque hagan mella en él los sondeos que vaticinan una caída de su formación, a la que la ciudadanía podría culpar del bloqueo institucional. Otro elemento que podría forzar al líder de los 'morados' a virar su posición sería la posibilidad de que la plataforma de Iñigo Errejón se presentara en los comicios de noviembre y pudiese reducir a Podemos a la mínima expresión.
La última de las ofertas que Sánchez ha trasladado a Iglesias la verbalizó en la entrevista que concedió a Pedro Piqueras en Telecinco el jueves pasado. Está dispuesto a estudiar perfiles de ministros independientes que le proponga Podemos. Ahora bien, tendrán que ser personas que cuenten con la confianza del presidente.
El líder socialista se opone frontalmente a formar un Gobierno de coalición con Podemos por la falta de confianza que existe entre él y Pablo Iglesias. Sánchez ha admitido que en caso de incluirle en su gabinete, habría dos gobiernos en lugar de uno y se perdería la coherencia.
Uno de los asuntos más sensibles en los que difieren tiene que ver con la crisis con el independentismo en Cataluña, que defienden abordar desde perspectivas muy dispares entre sí. Mientras los 'morados' defienden el derecho de autodeterminación, el PSOE piensa que no tiene cabida en la Constitución, por citar sólo un ejemplo.
En el caso de que Sánchez consiga amarrar el apoyo de los 42 diputados de los 'morados', su investidura necesitará la abstención de los independentistas de ERC o de Bildu para prosperar, siempre y cuando Sánchez haya sumado también, como se prevé, los votos a favor de Compromís y PNV, que se sumarán al escaño que ya tiene garantizado del Partido Regionalista de Cantabria, alcanzando un total de 173 apoyos.
La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, preparaba el terreno el viernes pasado ante la posibilidad de que se dé este escenario: "Nadie ha dicho que una abstención de ERC sea depender de ERC. Las fuerzas políticas hacen con sus votos en ejercicio de su autonomía e independencia política lo que les parece. Depender es una cosa y que voten es otra muy diferente", señaló.
En el Gobierno y en el PSOE son conscientes de que ésta es la vía más factible para sacar la investidura adelante, pero también la que tiene una peor aceptación entre la opinión pública. Por eso no se cansan de pedir a PP y Ciudadanos que se abstengan ellos para evitar que la formación de gobierno dependa de los partidos independentistas.
Pero en realidad, la única posibilidad para que PP o Ciudadanos pudieran abstenerse pasaría por la falta de acuerdo con Podemos y que ésa fuera la única manera de evitar elecciones, un escenario que aún no ha llegado.
En La Moncloa sostienen que "hay bases para el acuerdo" con Podemos, pero los mensajes que los 'morados' están trasladando van encaminados a hacer fracasar la investidura de Sánchez en julio en caso de que éste no ceda con el Gobierno de coalición y llevar la negociación a septiembre, confiados en que podrán arrancar mayores compromisos al PSOE cuánto más cerca esté la amenaza de las segundas elecciones.
Sin embargo, las encuestas le son favorables a Sánchez. Incluso el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha admitido que podría ser preferible repetir elecciones en septiembre si eso sirviese para formar un ejecutivo más estable.
De manera que la repetición electoral no se presenta como un elemento de particular presión para el PSOE. Eso sí, el Gobierno no se cansa de repetir que no quiere repetir los comicios porque esto equivaldría a decirles a los ciudadanos que se han equivocado con su voto.
Aunque la entrevista crucial del martes será la que Sánchez mantenga con Iglesias a las 12.00 horas en el Congreso de los Diputados, ese mismo día se entrevistará (a las 17 horas) con el presidente del PP, Pablo Casado. Dentro de esta ronda, Sánchez convocó también al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que ha declinado acudir porque no tiene nada nuevo que decirle al candidato a la investidura.
Tanto Casado como Rivera han ofrecido a Sánchez pactos de Estado para esta legislatura, pero ninguno de ellos ofrece su colaboración para que el líder socialista saque adelante la investidura.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
Esta negativa es la que está utilizando el presidente para descargar en ellos la responsabilidad de que la investidura salga adelante con la abstención de los partidos independendistas o incluso si se llegara al extremo de una repetición electoral.
La reflexión que ha compartido Sánchez con su entorno más próximo es que para formar un Gobierno inestable que pueda desembocar en una convocatoria anticipada de elecciones en el corto plazo es mejor ir directamente a una repetición electoral, si bien éste es el último de sus deseos.
Desde el primer momento, Sánchez limitó sus encuentros con las fuerzas políticas tras las elecciones del 28 de abril a los partidos mayoritarios, PP, Ciudadanos y Unidas Podemos para dejar claro que, junto con el PSOE, ellas tienen la responsabilidad principal de permitir o bloquear la formación de gobierno.