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Sevilla

Siglos de salud reunidos en un museo de un pueblo sevillano

Desde elementos que se usaban en el Paleolítico hasta herramientas que más que de medicina parecen elementos de tortura, reunidos en el Museo de la Salud

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Desde elementos que se usaban en el Paleolítico hasta herramientas que más que de medicina parecen elementos de tortura, la localidad sevillana de Herrera esconde un Museo de la Salud que en el pueblo presumen de ser el más completo de Europa.

Tal es el nivel que se ha alcanzado en estas instalaciones que estudiantes europeos de medicina acuden a Herrera para ver los elementos que se usaban con los enfermos de distintas épocas, y todo gracias a Francisco Jurado, un enfermero que ha reunido lo que ha podido encontrar a lo largo de su vida relacionado con la salud, hasta lograr una colección sin parangón.

Se calcula que son más de 4.000 las piezas con las que cuenta este museo, que tiene tales dimensiones que ha sido necesario ubicarlo en dos salas distintas, mezclando tanto las típicas cajas de las jeringuillas que los practicantes usaban hasta hace 30 o 40 años, que esterilizaban en cada uso, con los clavos que se empleaban en la prehistoria para aliviar determinados dolores de cabeza, abriendo literalmente el cráneo de los enfermos.

Los elementos catalogados del museo abarcan desde el siglo II a.C. hasta mediados del siglo XX, con algunas curiosidades que se pueden ver y que hablan más de modernidad de mentes que casi de la medicina a la hora de explicar la evolución que ha tenido el tratamiento de la salud desde hace décadas.

El propio alcalde del municipio, Jorge Muriel, explica a Efe en el museo que una de las piezas más curiosas que se pueden encontrar es el primer vibrador femenino, “porque en época como la de los años 20, algunos médicos consideraban que algunos de los problemas de la mujer pasaban por tener poca actividad sexual”, de modo que les recetaban y ellos mismos aplicaban este “tratamiento”.

De ese rudimentario artilugio sólo se conservan dos en todo el mundo de su diseño original, y uno se ve en el museo de Herrera junto al cartel explicativa de cómo lo aplicaba el doctor, siempre adaptado a la pulcritud de la publicidad en la época.

La puesta en marcha del museo fue fruto de la colaboración entre el Ayuntamiento y el coleccionista, que tras ver ambos todo lo que atesoraba y las posibilidades de ponerlo a disposición de los vecinos y visitantes, pactaron la posibilidad de que en el pueblo hubiese un museo, que se ubicó en un edificio de nueva construcción y en un antiguo depósito de agua construido en 1949.

Y son muchas las cosas que llaman la atención, como el hecho de que los innumerables botes y frascos con medicina e incluso veneno de cada época se encuentran intactos, igual que el fabricante lo puso en manos de los médicos y farmacéuticos años, décadas o siglos atrás, en una muestra que alterna la medicina más científica con la “magia” basada en la superstición que se aplicaba en algunas culturas años atrás.

La importancia arqueológica del museo también tiene el matiz de que muchos de los elementos más antiguos que se exponen en sus vitrinas han sido encontrados en el propio término municipal de Herrera, y se muestra en el museo a la vista de todos, perfectamente ordenados y catalogados.

Jorge Herrera explica que casi se ha perdido la cuenta en el pueblo de la cantidad de gente y de qué países han acudido al museo, con médicos cubanos quizá como los que han acudido desde más lejos, para ver sus vitrinas o la recreación de consultadas de hace un siglo de un pediatra o un ginecólogo, muestras evidentes de que, en este caso, cualquier tiempo pasado no fue mejor.

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