V iernes, Día de la Constitución. Mientras en las distintas cadenas televisivas se informaba sobre los actos de la conmemoración de la Carta Magna y Pedro Sánchez seguía negociando con Rufián y Abascal se dejaba ver por Barcelona y Pablo Iglesias refería que le gustaría que el nuevo Gobierno estuviese constituido antes de final de año y las gemelas de la presidenta del Congreso asumían protagonismo y la jerezana Arrimadas insistía en un consenso entre los que ella llamaba partidos constitucionalistas y Casado decía que a ellos no le habían llamado, las calles de Jerez eran un hervidero de gente. Casi no se podía andar por Consistorio o por La Larga o por Arenal, con su árbol navideño siendo motivo de cientos selfies. Encontrar una mesa para tomar un café era casi imposible, mientras resonaban los cánticos de villancicos que llegan de la Asunción o de Plateros o del Carmen mientras que otra impresionante hilera de personas tomaban la calle San Miguel para darse de bruces con la zambomba del Santo Crucifijo y adentrarse por la Peña Bulería o con la ermita de La Yedra. Más allá en el casco histórico también se escuchaban ese eco inconfundible de Jerez, al igual que por San Pedro, Cristina o Porvera o por los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía urbana, con especial presencia prenavideña en el centro neurálgico de una ciudad que alguien me decía que ¿no podía ser así todo el año? Difícil, pero lo que es cierto es que este mes, el mes de Jerez por antonomasia, hay que cuidarlo al máximo. Es el mes de Jerez y no lo podemos perder. Hay que darle más si cabe. Incluso, también me lo comentaban señalar de alguna manera dónde están las zambombas porque había mucha gente de fuera perdida, preguntando por dónde tenía que coger. Es más. Hay sitios donde entiendo que una zambomba sería imprescindible, sobre todo en los días grandes, en el puente festivo de la Inmaculada, como en la calle Larga. Todo lo que sea sumar será bueno para un mes, como el último del año, donde Jerez muestra su alegría porque ha nacido el Mesías. En Navidad vente para Jerez. Y Jerez debe cuidar esa Navidad como oro en paño.
Jerez
¿No podría ser así siempre?
Mientras Sánchez negociaba con Rufián, Abascal iba a Barcelona y Arrimadas pedía consenso, Jerez era una hervidero de gente
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