Las cuatro décadas de historia democrática están marcadas en Puerto Real por la presencia en el Ayuntamiento durante 28 años de José Antonio Barroso, alcalde desde los albores del nuevo régimen de libertades hasta 1995 y desde 1999 a 2011. Genio y figura, es responsable, para bien y para mal, de la transformación de una ciudad que sigue pendiente de la revolución industrial que no llega. Durante años, los gobiernos central y andaluz se empeñaron en sacar adelante el polígono de Las Aletas, que defendieron como revulsivo para la Bahía de Cádiz capaz de generar hasta 18.000 puestos de trabajo. Pero los varapalos judiciales han frustrado hasta en dos ocasiones su desarrollo. En 2009, el Tribunal Supremo anuló la reserva de suelo y las administraciones responsables trataron de reducir el impacto medioambiental. Sin embargo, el Alto Tribunal estimó un recurso de WWF y anuló en 2017 por segunda vez la reserva demanial aprobada en 2015 en los terrenos de dominio público sobre los que se proyectó el ambicioso parque logístico y tecnológico. Actualmente, las pretensiones se han rebajado y, en septiembre de 2018, el Gobierno central y la Junta presentaron Lógica, una nueva plataforma que se fijó como objetivo poner en valor los suelos autorizados en Las Aletas, unas 120 hectáreas, y sumar hasta 450 hectáreas más. Entre ellas, las correspondientes a los suelos de la fábrica de Delphi, otro nombre propio de la historia reciente del municipio.
A las puertas de la crisis mundial, la firma norteamericana echó el cierre a su planta en Puerto Real en 2007. La factoría, según la dirección de la empresa, sumaba cinco años “en pérdidas significativas” y optó por dejar en la calle a 1.600 empleados que llevaban más de 20 años vinculados a la multinacional de la automoción. La deslocalización se cebaba con el municipio y el Gobierno de Manuel Chaves acudió al auxilio de la plantilla. Se abría un turbio episodio que ha vuelto a ser actualidad con la denuncia de los ex trabajadores y la sentencia de los ERE con la inclusión de intrusos entre los beneficiarios de las ayudas sociolaborales para paliar los efectos de la marcha de Delphi. Las otras dos grandes industrias de Puerto Real, Navantia y Airbus, que sí han dado alegrías generan incertidumbre igualmente. En el caso del astillero, el comité de empresa ha protagonizado movilizaciones y está pendiente del futuro inmediato de la factoría por la falta de carga de trabajo y de inversiones. En el caso del gigante aeronáutico, 2020 será año de ajustes tras la cancelación a mediados de este año de la construcción del superjumbo A380, con la pérdida de 70 empleados, y los elevados costes del avión militar A400M. Las dudas sobre el Boeing 737 MAX, que ha sufrido dos accidentes este año, también preocupa a Alestis. La ciudad trata de desarrollar, por otra parte, el sector turístico y aprovechar el entorno natural para atraer a visitantes.
Pero la localidad ha perdido oportunidades en los últimos tiempos para mejorar sus infraestructuras y aspirar a acoger un mayor número de visitantes. El segundo puente de Cádiz, por ejemplo, presenta en el margen puertorrealeño una ciudad inacabada. Sí es cierto que el soterramiento de la vía férrea supuso un paso importante en la integración de zonas de la ciudad que, como sucedió en la capital, parecían condenadas a vivir de espaldas. Barroso se opuso a este proyecto, que inauguró la andalucista Maribel Peinado como alcaldesa. Fue su empeño personal y las pasarelas incómodas se convirtieron, al fin, en pasado. Antes de Peinado, el popular Antonio Carrión y el socialista Antonio García tomaron la vara de mando entre 1995 y 1999, tras un pacto a la griega y el acuerdo de gobernar cada uno dos años. Etapa en la que Puerto Real se dotó de un centro de día y llevó a cabo la remodelación de la calle Ancha. Finalmente, Antonio Romero, con Sí Se Puede, se convirtió en alcalde en 2015 y dedicó gran parte de su mandato a impulsar la participación ciudadana. Los grandes proyectos, dice, eran imposible por la crisis. Pero lo cierto es que también acusó la inexperiencia. Ahora, el PSOE vuelve a ocupar el sillón de la Alcaldía con Elena Amaya con el controvertido apoyo de los andalucistas. Por delante, infinidad de retos. También, cómo no, la gran revolución industrial que no llega.