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Sevilla

Crimen del Cerezo: la pobreza "en nada justifica" la muerte de un bebé

La Fiscalía subraya la situación del padre acusado de matar a su bebé y de la madre por no evitar los malos tratos, pero "en nada justifica" esto los hechos

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  • Padres en el banquillo por la muerte de su bebé de seis meses en el Cerezo. -

La Audiencia de Sevilla ha acogido este viernes la primera sesión del juicio contra un hombre acusado de maltratar y asesinar en junio de 2017 a su bebé de seis meses en una vivienda del barrio de El Cerezo de la capital hispalense y contra la madre por abandono de familia y por omisión de un delito de maltrato en el ámbito familiar, tras la constitución del jurado, y en la misma las partes han expuesto sus alegaciones.

Las defensas han insistido en la inocencia de sus representados y la Fiscalía, aunque ha subrayado "la situación de pobreza y marginalidad" de los padres que vivían de ocupas un piso, ha destacado que "nada justifica" los hechos.

Este juicio se inició el 23 de septiembre del año pasado, pero, tras la celebración de varias sesiones, en las que el acusado alegó que el pequeño "sólo se atragantó" con leche y que por eso le llevó al hospital, sin saber supuestamente "nada" de un golpe mortal que el niño sufrió en su cabeza y que es recogido por los informes forenses, la juez Mercedes Alaya, que preside la vista oral, decidió suspenderlo dado el estado del acusado en coma inducido después de intentar suicidarse en el Centro Penitenciario Sevilla I.

En concreto, para este hombre el Ministerio Fiscal pide la pena de prisión permanente revisable por un delito de asesinato con alevosía, seis meses de prisión por abandono de familia y un año de cárcel por maltrato en el ámbito familiar, mientras que para la madre, que se encuentra en prisión por otra causa, al no pagar una multa, reclama seis meses de prisión por abandono de familia y un año de cárcel como autora en comisión por omisión de un delito de maltrato.

Por su parte, la fiscal se ha dirigido al jurado y le ha explicado que, "aunque no hay testigos presenciales de los hechos, sí hay pruebas concluyentes, tanto científicas como médicas, directas, contundentes y demoledoras" de que este hombre acabó con la vida de su bebé, que nació prematuro en diciembre de 2016, pesando sólo 1,145 kilogramos, por lo que permaneció ingresado hasta el mes de marzo de 2017.

Según señala la Fiscalía, durante este primer ingreso, los acusados, "con desprecio a sus deberes como padres, mostraron total despreocupación en el proceso de seguimiento de las enfermedades y de recuperación del recién nacido, sin acudir a las visitas de acompañamiento y entrenamiento en cuidados", a lo que se suma que "no se encontraban localizados, manteniendo un constante comportamiento agresivo y disruptivo con los médicos, personal y otros pacientes del hospital" y ha recordado el hallazgo de restos de cannabis en el cabello del menor.

El pequeño quedó nuevamente ingresado entre los días 17 de marzo y 8 de abril de 2017, indicando el Ministerio Fiscal que, desde el alta hospitalaria y hasta el 12 de junio, la víctima "estuvo bajo la responsabilidad exclusiva de sus padres, quienes, sin embargo, con dejación de sus obligaciones, no le procuraban los cuidados necesarios y le daban de comer a su antojo, dejándole en alguna ocasión más de 12 horas sin comer". Además, la acusada "le retiró el suplemento de hierro y la leche especial prescrita por los facultativos" y no acudieron a nueve citas programadas en Neonatología.

En este sentido, la fiscal ha recordado que, en mayo de 2017, el acusado, al intentar que el niño se tomara la leche del biberón, "como quiera que no paraba de llorar, de forma agresiva le apretó con fuerza la cabeza con una de sus manos y con la otra le presionó las mandíbulas, provocándole hematomas en la cara" y que lo zarandeó delante de la madre y ésta no hizo nada para evitarlo.

De igual modo, ha recordado ante el jurado que el 12 de junio de 2017 el acusado, "con ánimo de causar la muerte a su hijo, quien no tenía capacidad alguna de defensa dada su corta edad, apretando su cabeza, la chocó violentamente contra una superficie lisa y dura no determinada, al tiempo que lo zarandeaba de forma brusca y acelerada", momento en el que la madre no se encontraba en la vivienda.

"NO ES UN ASESINO"

Por su parte, la defensa del acusado ha insistido en que su representado "no es un asesino" y ha asegurado que el menor "presentaba leche en la nariz", por lo que pudo morir ahogado o por "un fatídico golpe que se diera en la escalera cuando lo bajaba una vecina".

A su juicio, "si tanto daño le hizo a su hijo cómo sale corriendo al hospital para salvarle la vida", ha remarcado el letrado, quien ha precisado que ambos "son dos personas marginadas, pobres, sin recursos pero no asesinos en potencia", a lo que añadido que "siempre hay un por qué en un asesinato pero, en sus circunstancias, querían al bebé y lo cuidaban". De hecho, ha recordado que su cliente "se ha cortado el cuello en la cárcel".

En este sentido, ha señalado que al bebé "en el hospital le produjeron una perforación grave y los padres fueros durante dos meses a aprender cómo darle el biberón" porque tenía problemas de succión. "Se trataba de un bebé prematuro y frágil", ha asegurado el letrado, quien ha lamentado "la dejadez existente por parte de los servicios sociales".

Por último, la defensa de la madre del bebé ha justificado que al niño, al ser prematuro, "había que darle masajes en la cara para ser estimulado", asegurando que ella no cree que el padre del niño "es la persona que le produjo el golpe mortal".

Tras reprocharle a la madre "no haberlo llevado a alguna cita médica y no haberle dado los cuidados necesarios, que consistían en darle las vitaminas y exponerlo delante de personas que fumaban cannabis", hay que tener en cuenta, ha precisado su abogada, que "sus circunstancias no son las mismas que las de cualquier persona".

Por tanto, ha pedido al jurado que "cualquier hecho que quede demostrado deben mirarlo desde el prisma de que estas personas no tenían formación, apoyo familiar, ni recursos, ni la madurez necesaria --ambos tenían 18 años-- para cuidar a un bebé enfermo y prematuro".

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