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De la diversión al tedio

Hay partidos que han establecido un vínculo de necesidad estratégica con su adversario de cara a su electorado, pero no se entiende en el ámbito institucional

  • El último pleno de la Diputación de Cádiz -

Cuentan que a la salida del primer pleno de Diputación de este nuevo mandato, Antonio Saldaña y José María González se saludaron amistosamente y el primero le dijo al segundo: “Creo que nos vamos a divertir mucho estos cuatro años”. Entre otras cuestiones, el alcalde de Cádiz le había afeado al portavoz del PP durante esa sesión que se refiriera a él como “Kichi”, sin que entre ellos hubiese vínculo amistoso ni confianza como para apelarle en tal extremo, aunque la realidad ha terminado por desmentirle forzado por la propia necesidad: la de plantarse batalla dialéctica mutua en una especie de combate a los puntos, con la esperanza de que en alguna ocasión uno de ellos pueda terminar por lucir la cabellera del adversario -en sentido figurado, por supuesto- o lo más parecido a una victoria, aunque eso, en política, siempre será una cuestión de subjetividad; a fin de cuentas, no es tanto la meta a cuatro años como la forma de recorrer el camino. 

Se lo han tomado al pie de la letra y lo han puesto en práctica esta semana durante un pleno en el que terminaron por interpelarse de forma directa e indirecta, como si vivieran en una especie de sesión en paralelo en la que no estuvieran dispuestos a dejar que ni uno ni otro terminara por decir la última palabra. De fondo, las reivindicaciones de los agricultores y, más aún, las interferencias de Pablo Iglesias. Saldaña, que se mueve con habilidad a la hora de aplicar sal en las heridas y de actuar para su público, aunque una parte importante se le haya pasado a Vox, supo azuzar el debate y dar paso a la “diversión”, a la que tampoco fue ajeno González cuando empezó a recordarle al popular su evolución en las urnas -en el primer mitin del partido de Abascal en Jerez un periodista acuñó la frase: “la muerte del PP va a ser lenta y dolorosa”; Kichi optó por la metáfora de la “velita chica” que se va apagando-.

A partir de ahí nada fue improvisado: ejemplos sobre “incoherencia” y “sectarismo”, y otros sobre “alternativas” y “rateros”. Justo lo que buscaban uno y otro para retroalimentarse, como  el personaje del videojuego que agarra una moneda y recupera la barra de vida tras agotarse en una pelea. Y lo seguirán haciendo, no por diversión, sino por necesidad, la del uno sobre el otro y viceversa, y la de su propio electorado.

Al alcalde de Cádiz le vino bien lo de la “velita”, pero en su caso iría en busca de un buen cirio pascual para tener con quien compararse durante mucho tiempo, que es mucho mejor que estar solo. Su situación, en el fondo, recuerda un poco al final de Muertos de risa, cuando los dos cómicos, y enemigos mortales, están en la UCI del hospital al borde de la muerte. Cuando a uno de ellos se le detiene el corazón, el otro se levanta de su camilla y le pega una bofetada para que vuelva a la vida y que su duelo no tenga fin. Por puro instinto de supervivencia.

No se entiende, en cambio, esa aparente necesidad de confrontación a la que de forma tan empecinada como dañina siguen jugando PSOE y PP a nivel institucional; entre otras cosas porque ni siquiera beneficia a ellos mismos, y si lo hace termina por extender su perjuicio sobre la ciudadanía. En Jerez hay materia para hacer un máster al respecto. En menos de un año dos cicatrices; una por el centro del motor, la otra por el Museo del Flamenco.

La primera ya no tiene remedio, y lejos de retratar la displicencia con la que el Gobierno local suele afrontar la pugna con el autonómico, tampoco hubo mucha voluntad por parte de la Junta para encontrar una salida favorable al proyecto. La segunda entra ya en el terreno de la provocación, desde el momento en que ambas partes se han limitado a exhibir el habitual muestrario de culpas para señalar a la otra como responsable del retraso acumulado, y desde que sus mismos partidos lo hayan reducido todo al empeño de Junta y Ayuntamiento por impedir que se haga el proyecto, que se pierdan los fondos y buscar excusas conspiranoicas que deberían sonrojar a quienes las pronuncian.

La única necesidad en este caso debe ser la de eludir el tedio que puede consumir las aspiraciones de otro proyecto de interés, en este caso, no solo para la ciudad, sino para toda Andalucía. Parece fácil de entender. Ojalá lo entiendan a tiempo.

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