A tan sólo dos días de la celebración de un 28F histórico (se cumple este viernes el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía), más de 16.000 agricultores protagonizaron ayer su particular jornada “histórica” con himno de Andalucía incluido.
Convocados por las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA, los trabajadores del campo se echaron a la carretera y con cerca de 5.000 tractores cortaron cuatro de las cinco principales arterias de tráfico en la provincia de Sevilla: el kilómetro 95 de la A92, a la altura de Aguadulce; el kilómetro 507 de la A4, en el término de Carmona; los kilómetros 54 y 55 de la AP-4 a su paso por Lebrija y el kilómetro 16 de Benacazón, en la A49. Estos fueron los puntos donde los agricultores gritaron “basta ya” al “escándalo que están cometiendo con nosotros”.
Desde primeras horas de la mañana, en Benacazón, el goteo de personas, coches, tractores y autobuses fue constante. Todos bajo una misma bandera, con el logo de todas las organizaciones agrarias (de hecho, éstas fueron mayoría frente a las de España y Andalucía). Unidad de acción y unidad en el mensaje y denuncia.
Los trabajadores del campo tienen muy claro dónde está el origen de sus males actuales: precios en origen “insostenibles”, costes de producción “inasumibles” y competencia “desleal y desmedida” de países terceros.
Antonio Infantes del Valle es maestro funcionario de Primaria y da clases por las tardes a adultos en Umbrete, Espartinas y Villanueva, aunque su plaza está en Coria. Para la ocasión, había preparado una suerte de pizarra con un caso práctico de la “ruina” que asola el campo que herederó de su padre y que sigue él trabajando por las mañanas. “Si he producido 30.000 kilos de naranja y los he vendido a seis céntimos el kilo, este año he ingresado 1.800 euros. Pero es que he gastado, sin hacer poda, 2.165 euros. Así que, al final, mis pérdidas son de algo más de 300 euros. ¿A que se ve claro que esto no puede seguir así?”, se preguntaba en voz alta. “Al menos, que nos paguen 30 céntimos el kilo. No nos vamos a hacer ricos, pero podríamos mantener el campo”, se lamentaba.
La pancarta que abría la manifestación en Benacazón llevaba por lema “Por un campo vivo”, la consigna más repetida durante las tres horas de marcha y los diez kilómetros que duró la protesta (primero de Benacazón en sentido Sevilla y posteriormente en sentido Huelva). Emilio Bernabé, de 81 años, sigue yendo todos los días a ver el campo, los olivos de su pueblo, Utrera, aquellos que han curtido sus manos y su espíritu. Pero Bernabé reconocía con el rostro desencajado que “desgraciadamente, vamos a acabar con la despensa de Andalucía y de España”. Curro Sousa, de la Asociación de Productores de Aceituna de Mesa de Utrera, ponía palabras al runrún que, entre el ruido de los motores de los tractores, era la comidilla de los grupos de manifestantes: si la situación no se revierte, el futuro del campo pasa por arrancar olivos, naranjos, vides...
José Miguel Mier es de Umbrete y tiene olivos de aceituna de verdeo que vende a la Cooperativa Virgen del Loreto. “Yo conservo en mi casa papeles de hace 45 años en los que aparece que la aceituna se pagaba entonces a 75 pesetas el kilo, 45 céntimos de ahora, que es el precio que estamos recibiendo. Pero es que hace años, se pagaba la jornada en el campo a 325 pesetas, dos euros de ahora, que estamos pagando por seis horas 52 euros. Que yo sé que es poco, pero haga usted las cuentas”, se queja.
Los alcaldes de la comarca Aljarafe-Doñana arroparon a sus agricultores, entre ellos los de Benacazón, Bollullos y Aznalcóllar. El alcalde de este último municipio, Juan José Fernández, clamó para que en el campo “se ganen el dinero con su trabajo, con su sudor. No quieren subvenciones, quieren vivir de lo que producen”. “¡Que el campo está vivo. Que ahora que está tan de moda decir que hay que permitir que la gente viva en los pueblos, dejadnos vivir de nuestro trabajo, joe!”, se oía en la manifestación.
Las protestas estuvieron marcadas por la normalidad. El buen entendimiento con la Guardia Civil sólo se vio enturbiado de manera puntual al dejar circular los agentes a un camión cuando aún no habían terminado de pasar los tractores. “Estamos hartos, que nos escuchen de una puñetera vez”, decía Ana Fornelino, agricultora de Isla Mayor. Entre los agricultores el descontento con la clase política es grande. “Ni uno solo ha hecho nada por nosotros”, decía David, de Isla Mayor también, donde a los problemas de costes, precios y competencia se le añaden los derivados de la falta de agua.
Verónica Romero, secretaria general de UPA en Sevilla, expresaba su esperanza en que las nuevas generaciones puedan continuar en el campo. El panorama no es halagüeño: en los últimos cuatro meses, se han perdido 8.000 empleos, según cálculos de Asaja. Felipe Gayoso, portavoz de dicha organización, recuerda que el campo en Sevilla genera más de 100.000 empleos y cuenta con hasta 15.000 empresas que generan en torno a 2.500 millones. “Nuestros pueblos se mueren. No podemos soportar más esta carga”, se lamentaban los agricultores mientras ponían rumbo de vuelta a casa buscando la salida. La salida 16 de la A49.