José Antonio Vázquez
El radical giro que ha dado la vida de todos nosotros y el abrupto cambio que ha dado la vida para todos no lo iba a ser menos en el más bello de los rituales del final del verano: el inicio del curso y la vuelta al cole. Este septiembre se busca más forros para mascarillas que para libros, más botellas para el gel que para el agua, más esfuerzo por separarnos que por unirnos.
Tras un curso pasado que mejor olvidar, hemos llegado a septiembre como mejor sabe hacer España: con administraciones que buscan soluciones el día que ya deberían estar puestas en marcha, con políticos mirando más para el frente que para su objetivo y con ciudadanos capaces de decir y hacer una cosa y la contraria simultáneamente mientras de las dos a la vez porfía en las redes sociales y los grupos de WhatsApp.
No merecemos que las administraciones hayan llegado tan tarde y tan despacio a organizar y preparar un curso escolar que todos sabíamos iba a llegar en esta fecha. A su favor juega que la pandemia ha ido evolucionando cada día y los datos de hoy nada tienen que ver con los de ayer, pero ni el escenario presencial ni el virtual estaban preparados.
Las administraciones no han estado a la altura que el sistema educativo merece y necesita, eso es claro. Pero hay muchos, muchísimos ciudadanos que tampoco lo han estado exponiendo a niños a entornos de riesgo mientras ahora se rasgan las vestiduras con la seguridad del centro escolar.
Pero hay preguntas que no me atrevo a resolver. ¿Habrían estado dispuestos los profesores de volver antes de las vacaciones para que los test y pruebas PCR hubieran estado resueltos el 1 de septiembre? ¿Están los docentes dispuestos a, desde la prueba hasta el resultado, aun siendo agosto, permanecer en cuarentena para que, realmente, sea efectivo? ¿Cuántos padres y madres, cuántos dirigentes de AMPAs han mantenido a sus hijos reservados este verano sin exponerlos a parques, comuniones, centros comerciales, piscinas, bares, chiringuitos…?
Considero que las clases deben ser presenciales salvo imponderable. Y estoy convencido de que ningún profesor, ningún centro quiere que entre sus alumnos o entre sus profesionales haya un solo contagio, por lo que doy por hecho que en todos los centros, profesores y personal van a dar todo de sí para una vuelta al cole segura.
Los que realmente tenemos que estar a la altura somos los padres y madres, esos que tanto exigimos pero que, en definitiva, tenemos en nuestra mano el éxito de este singular curso escolar.
