Agentes de la Guardia Civil que investigaron en Balerma, en El Ejido (Almería), la muerte de un niño de 8 años a manos de su padre, I.M., han indicado este jueves en el juicio que el acusado lo llamó para que bajase al sótano del domicilio familiar, donde acabó con su vida.
Así lo han manifestado durante la segunda sesión en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Almería, en la que también debían haber declarado la madre y el hermano de la víctima, si bien se ha renunciado a su testimonio debido a que el procesado reconoció ayer haber matado a su hijo.
Sí lo han hecho los dos integrantes de la patrulla que acudió al hogar del acusado tras recibir una alerta, uno de ellos por videoconferencia, y dos miembros de la Policía Judicial de la Guardia Civil en El Ejido, que investigaron lo ocurrido.
Los agentes han explicado que, según relató el hermano mayor de la víctima, ambos se encontraban en el baño de la vivienda cuando el padre llamó al menor con la excusa de que viese una cosa.
"Debía llevar ya el cuchillo escondido en la cintura. Dijo que escuchó los gritos de su hermano y que al salir vio subir a su padre por las escaleras, que este le confesó que había matado a su hermano pero le dijo que no lo iba a matar a él y que luego lo vio llamar por teléfono", ha dicho uno de los agentes de acuerdo al relato del hermano del menor.
Los cuatro han explicado que en el salón de la vivienda había una escalera de caracol que conducía al sótano, una habitación grande con camas y juguetes que contaba con una puerta de metal gris que daba acceso a unos trasteros comunitarios.
Fue tras esta puerta donde la pareja de la Guardia Civil que acudió en un primer momento encontró el cuerpo sin vida del niño.
"Había sangre por todos lados, vi que no se podía hacer nada y le pregunté si lo había hecho él. Me dijo que sí, así que le pedí al sargento que le pusiese los grilletes y se quedase con él. No había cobertura y salí a la calle", ha explicado uno de ellos.
Ha añadido que en el fregadero de la cocina encontró un cuchillo de cocina de "largas dimensiones", que ya había sido lavado y que identificó como el posible arma homicida.
"Decía que quería llevarse al hijo mayor a Rumanía, que con esa edad ya podía trabajar, que había discutido por eso con su mujer", ha incidido.
Todos los agentes han coincidido en que, en todo momento, el acusado reconoció haber matado al niño, tanto a ellos como a la progenitora, al hermano e incluso en la llamada que él mismo realizó para alertar de la muerte del menor.
Uno de los miembros de la Policía Judicial también ha señalado que durante su declaración, la madre de la víctima relató una serie de malos tratos perpetrados presuntamente desde el comienzo de la relación en 2005 que hicieron que el caso se clasificase dentro de la violencia de género.
La Fiscalía acusa a I.M. por un delito de asesinato, por el que pide provisionalmente prisión permanente revisable.