Nació pequeña - 30 kms2 - y no ha modificado su extensión a pesar de haber llegado a su grado de madurez. Es llana, aunque los eucaliptos hasta hace poco existentes se esforzaron en elevarla. Su sino no es senderista, ni de montaña o alpinismo. Aquí vivimos muy unidos al nivel de mar, con el que mantenemos un matrimonio de encanto muy superior al maltratado por el creciente progresismo. El mar nos ofrece su vida, el abrazo de sus mareas y el ir y venir de sus aguas y oleaje, ejemplo de constancia, formalidad y cumplimiento que el isleño debe saber emular. San Fernando es mar, pesca, almadraba, salinas, Armada e Industria naval. Somos el soneto marino del Dios universal.
Una ciudad así, siempre tiene en su pasado puntos álgidos de gloria, que no conseguimos separar totalmente de los vocablos mártir, menosprecio o infravaloración. Así nos ocurrió con los santos San Servando y San Germán, la Constitución del Doce o la penuria económica de nuestra Industria Naval. Se silenció lo excelso, se sufrió la realidad. Los galones fueron a parar a mangas que sabían más de tinta, que de oleaje marino. Pecamos de sumisos.
Dos puentes sobre la bahía, porque hubo falta de conocimiento evolutivo en el primero, han acercado los pueblos limítrofes a la capital, quedando San Fernando como masa ectópica, de posible fagocitación gaditana que comienza con la pérdida de indivisibilidad de nuestra industria naviera y la migración familiar hacia los terrenos de Campo Soto. Nuestro Municipio cierra sus puertas en un intento de detener una ruina estructural y se dispersa por áreas vecinales. La callada ausencia del grito innovador, es la cara oculta de la pasividad. Nos quedamos sin Casa Vigía para dar paso a un edificio de estructura geométrica, falto de aliento.
Por más quieran agoreros pájaros de fuera y dentro -lo mas lastimoso- que buscan carnaza en nuestro suelo, siempre nos encontrarán rodeado de golondrinas poéticas y samaritanas. En nuestra piedra ostionera, sigue vivo el espíritu de sus moluscos y los sillares pétreos del “ojo mayor” del Puente Zuazo, frenaron al mejor ejército del mundo al grito de “No nos ocuparán”, porque fue una ocupación. El “Ocupa”, el ejército napoleónico. Quienes recobraron la propiedad - España - fueron los ejércitos. De los papeles y sus escritos se reía el Emperador.
Tener memoria de lo recorrido, es imprescindible para extraer de ello lo que de verdadero valor y progreso tuvo. Si como dijo el poeta, creemos que “cualquier tiempo pasado fue mejor” quizás no nos estemos dando cuenta que estamos exponiendo los argumentos para ser considerados “pasivos, retrogrados o ignorantes”. El pasado ya no existe. No podemos empecinarnos en quererlo hacer presente, sería cercenar el progreso, base del totalitarismo. Solamente los avances médicos seran capaces de liberar la piel de sus arrugas. Si queremos modernos y bellos paseos marítimos y playas, dejemos la piqueta en casa y utilicemos la razón, que vaga en el diván de la pereza.
Los isleños, en la época en que se cursaban todos los estudios medios y universitarios en la capital, siempre fueron los alumnos más destacados y los trabajadores de nuestra Industria Naval no tenían sinónimos laborales en la provincia. ¿Cómo es posible que San Fernando se haya quedado sin Campus universitario? ¿Dónde estábamos cuando se trazaban las líneas culturales de la provincia? No nos detengamos en querer saberlo, sino pensemos más bien, que ha sido nuestro amor a lo pasado, a la tranquilidad, a que nada se reforme, germen de pasividad, quien engendró el menosprecio. Esta forma de actuar nos ha hecho perder bastantes batallas o bien no intervenir en las que podrían haberse ganado.
A una localidad le dan vida los que viven en ella. Los que están fuera la honran pero sus esfuerzos es lógico que sean para el lugar en que están conviviendo. España es claro ejemplo de ello con el Greco. Es nuestro pintor. Grecia que le vio nacer queda atrás. Son por tanto las mujeres y hombres que aquí habitamos quienes tienen desde hoy mismo que comenzar a cambiar o modificar la “canción”. No son pequeñas las extensiones. El gusano construye su “capullo de seda” en los ángulos de una caja de cartón. Quizás nosotros en algunas ocasiones hemos dado demasiadas vueltas por el perímetro angulado de nuestra Isla, haciendo otro tipo de capullo, pasivo, molesto o irresponsable. Esto “se acabó”, dice la copla.