Desde hace tiempo vengo sosteniendo que nuestro país en el contexto internacional es lo que se denomina un auténtico cero a la izquierda, es decir, absolutamente nada, un país totalmente irrelevante dentro del contexto internacional.
A todas luces, dentro de la Unión Europea nuestro país ha visto mermado su poder de influencia en las decisiones importantes y si miramos hacia la vertiente latinoamericana nos encontramos más de lo mismo.
Esta debilidad a nivel internacional se hace además visible con un Gobierno formado por dos Gobiernos, el socialista y el de Podemos con intereses totalmente contrapuestos dentro de lo que representa la política internacional. Esto no es serio y se ve desde fuera de España.
El resultado, el órdago que el Gobierno de Marruecos ha vuelto a realizar con respecto a la cantinela de siempre: Ceuta y Melilla.
Evidentemente esto no es casual. Es claro y palpable que el Gobierno marroquí es consciente de la falta de credibilidad de nuestro Gobierno, debilitado más aún si cabe con la pandemia que estamos viviendo.
No les quepa duda que los marroquíes sacarán beneficio de esto. Seguro que sí. Siempre lo han hecho. Tras una presión de ellos la reacción del Gobierno español ha sido la de conceder ayudas a este país.
Al menos ahora se ha respondido desde España a esta afrenta. Cuando sucedió lo mismo con otro Presidente socialista, Rodríguez Zapatero, no hubo respuesta, no hubo protesta. Al menos ahora, Pedro Sánchez, a través de la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores, ha llamado a consultas a la embajadora de Marruecos.
Y es que nuestro país debe defender a quienes se consideran más españoles, con los compatriotas que más orgullosos están de serlo. No se quiere tanto a España como se quiere en Ceuta y Melilla. Quizás por esa amenaza constante que siempre reciben del país vecino.
Tenemos mucho en juego con Marruecos. Es cierto que hay motivos de protesta diplomática pero seamos conscientes de la necesidad de cerrar este asunto de manera amistosa en tanto que se teme que Marruecos pueda usar la herramienta de la inmigración irregular como presión o que suspenda la cooperación en materia de seguridad y lucha antiterrorista, tal y como ya sucedió en el año 2014, con Francia y nuestro país.
Nos jugamos mucho en ese sentido y, desgraciadamente, como siempre les digo, desde mi punto de vista, no estamos en el mejor momento para hacer presión en el contexto internacional dado que no tenemos toda la fortaleza interna.
Esta es la última reivindicación marroquí pero no les quepa duda que no será la última. De la firmeza de nuestra respuesta habrá mayor o menor intensidad en lo que anhelan de una forma mal entendida de colonialismo.
