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Andalucía

Una pandereta suena

21 millones han subido los gastos de personal en el primer año del gobierno de Pelayo cuando el plan de ajuste obliga a reducirlos cada año

Publicado: 04/10/2024 ·
13:12
· Actualizado: 04/10/2024 · 13:12
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  • El jardín de Bomarzo.

Firmar así el acta de defunción de aquella infeliz España a la que había llevado al desastre, gastando el oro y la plata de América en festejos vanos, en enriquecer a funcionarios, clérigosnobles y válidos corruptos, y en llenar con tumbas de hombres valientes los campos de batalla de media Europa”. Capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte.

Los romanos acuñaron el término panem et circenses y que tan descaradamente llevaron a la práctica consistente en darle al pueblo una alimentación barata y, sobre todo, un entretenimiento constante y necesario para que se quejara poco y desde la felicidad visual amortiguar sus intenciones más críticas ante las evidentes carencias. El poeta latino Juvenal, en el 140 ac, condenaba esta estrategia mediante la cual los políticos de la época accedían con facilidad al poder y, al mismo tiempo, mostraba su desprecio por la decadencia de un pueblo colmado con la sangre derramada sobre la arena. Ese pan y circo de entonces ha traspasado fronteras y siglos porque ciertos políticos, o al menos una parte insustancial del gremio, ha entendido que la gestión no es garante para ganar las elecciones, que los números o los procesos internos en materia de contratación son irrelevantes y que al pueblo hay que tenerle entretenido, de hecho los ayuntamientos ya vivieron hace unas décadas una etapa dorada en la que sin fiscalización alguna lo importante era gastar, no equilibrando gastos con ingresos y verbalizando el ruego del mañana Dios dirá. Pero Dios no participa en cuentas y fruto de todo aquello algunos cabildos acumularon tanta deuda que no podrán pagarla ni en los próximos cien años y el último informe de Airef sitúa a ciudades como Jaén, Parla y Jerez en nivel de riesgo crítico. Hay un dicho popular que apunta: si quieres salir del hoyo, deja de cavar

El ayuntamiento de Jaén, en manos de Agustín González –PP- que arrebatara la alcaldía al socialista Julio Millán, lleva años enfrascado en una política de contención del gasto que le llevó, incluso, al cierre de su televisión municipal con el aval del TSJA por deficitaria y tanto el alcalde de antes como el actual no gastan ni en pipas al estar intervenidos ante una deuda que ronda los 600 millones de euros y, de los cuales, 500 corresponden al Ministerio de Hacienda consecuencia de los préstamos para hacer frente al pago a proveedores y al fondo de ordenación. En Jerez, en cambio, pese a una deuda que supera los 1.000 millones de euros, una pandereta suena.


La alcaldesa jerezana y presidenta de la FEMP María José García Pelayo ha abierto la caja de los truenos con el reparto de subvenciones por más de 3 millones de euros entre 200 entidades asociativas, un listado hecho sin criterio objetivo alguno, repartiendo dinero público entre unos y otros con cantidades dispares, sin justificar por qué a unos les da 120.000 euros y a otros 60.000; algunas entidades que –se dice- ya ni funcionan y otras tipo amigos del dominó compuestas por tres o cuatro amiguetes sin actividad pública reconocida. Hasta la Federación de Asociación de Vecinos Solidaridad, pese a estar en el listado de beneficiarios, se ha opuesto por su procedimiento arbitrario y por incumplir normas y, sobre todo, ante una situación económica municipal que no permite dispendios de este orden, sin control, rigor, legalidad y, sobre todo, necesidad. El interventor lo ha advertido porque no es conforme a Ley y cuando se actúa así es clara prevaricación, al menos de quien se preste a estampar su firma.

García Pelayo prometió en campaña más de lo que la sensatez y la situación aconsejaban y lo hizo conociendo la situación económica del ayuntamiento, lo que viene siendo una forma vieja de electoralismo pero que en Jerez ha dado resultado. El problema es que, una vez alcaldesa, se ha visto obligada a reducir las horas de trabajo a 35 semanales y horarios aún de menos horas en verano, Navidad, Semana Santa y Feria y, además, aprobar convenios laborales con subidas de sueldos por encima del límite establecido, pagando también una extraordinaria de 2.200 euros a cada empleado público por el concepto de ir a trabajar y, con ello, ofendiendo a ese mismo ciudadano al que le sube los impuestos aún a riesgo de que le recuerden cuántas veces prometió no hacerlo.

21 millones han subido los gastos de personal en el primer año del gobierno de Pelayo cuando el plan de ajuste obliga a reducirlos cada año. Un derroche del dinero público con una deuda de más de 1.000 millones de euros -acumulada tras la suma de gobiernos de diferentes signos políticos- con el único objetivo de no tener el más mínimo conflicto con los sindicatos. Esos mismos sindicatos que hacían la vida imposible a gobiernos anteriores y que conocen a la perfección el método, no en vano llevan toda la vida perfeccionándolo. La paz sindical a Pelayo les cuesta a los jerezanos 21 millones de euros al año -de momento-, parte de los cuales este año los sacará del remanente de tesorería y lo grave, lo realmente grave es que los ha convertido en un gasto estructural, no puntual. ¿Y el año siguiente? ¿Y el próximo? ¿Y el otro? Lo dicho, Dios proveerá.

Lo mismo ocurrió con la plantilla de limpieza y recogida de basura; en campaña les prometió una subida salarial y para evitar la huelga anunciada para el mismo sábado del alumbrado en Feria pactó con la concesionaria una modificación posterior del contrato que, más tarde, parece haber olvidado. Cosas que pasan.

Comujesa va a adquirir 25 autobuses por renting con un coste anual de 1,5 millones de euros cuando las pérdidas de este año se estiman en 3 millones y debe a sus proveedores otros 2. Que hacen falta autobuses nuevos es indiscutible, pero no a costa de situar a la empresa en causa de disolución cuando podría no haber subido los gastos de personal y con ese dinero pagar los autobuses.

El alumbrado se adelanta al viernes 22 de noviembre, con lo cual la Navidad oficial -con zambombas incluidas- dura 46 días y no es ya por el sinsentido o el empacho de pestiños sino por el coste en general de servicios extraordinarios como, por ejemplo, un plan de choque para la limpieza que después de lo de Feria habrá que ver si consiste, básicamente, en centrarse en el centro y abandonar el resto. O esta jura de bandera civil que les ha costado 28.841 euros y que ni los presentes, muy pocos, han entendido. O el sobrecoste de producción de la televisión municipal, Onda Jerez, que a pesar de no tener apenas producción publicitaria ahora lo da todo en directo para mayor goce de Consistorio: Jaén cierra su televisión municipal, Jerez la impulsa.

Las consecuencias de la gestión generosa de la alcaldesa jerezana es que el único hecho relevante de los quince meses transcurridos es gastar muy por encima de sus posibilidades presupuestarias, sobre todo en subidas de sueldos o en este reparto caprichoso de subvenciones sin sentido. Aún con mayoría absoluta del PP, Jerez no tiene el tantas veces prometido nuevo presupuesto ni, probablemente, lo tenga durante esta legislatura sencillamente porque a este ritmo de gasto es imposible cuadrar las cuentas: de agosto de 2023 a agosto de 2024 la deuda con acreedores del ayuntamiento ha aumentado 5 millones, la de Fundarte se ha incrementado en 900.000 euros, la de Cirjesa ha crecido 1 millón. Los gastos pendientes de aplicar al presupuesto ya rondan los 62 millones…

Lo difícil es tener una gestión económica responsable, sabiendo poner límites. Resulta duro gobernar un ayuntamiento endeudado hasta las cejas y tener que mirar por cada euro, decir no sabiendo que esto supondrá tener gente a la contra y hacer filigranas para poder mejorar los servicios públicos como gran objetivo. Pero la gestión, por desgracia, es menos rentable ante la urna que la pandereta. La política populista del cortoplacismo de los años 90 y de la primera década de este siglo, el derroche del gasto público como forma de conseguir el apoyo ciudadano parecía que ya se había abandonado, no sólo por la llegada de gobernantes responsables, también por los controles impuestos por nuevas leyes, por la judicialización de lo público y por un cambio de cultura popular de no dejarse cegar por el humo de los fuegos artificiales.

Y aunque es cierto que en la propia plantilla municipal, que conoce muy bien la casa, se respira el temor ante el futuro por la parálisis de gestión efectiva y por este permanente reparto a destajo de lo que no hay, se piensa que siempre quedará Dios para proveer y Pedro Sánchez o su ministra de Hacienda a quienes culpar, también Puigdemont o el cupo catalán y, cómo no, aquellos tertulianos, medios de comunicación o articulistas a quienes la pandereta en noviembre les recuerda al circo. De Roma.

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