El obispo de Almería, Adolfo González Montes, ha lamentado el impacto de las restricciones impuestas para controlar la pandemia de covid-19 en la "capacidad de autofinanciación" de las parroquias, y ha advertido de que "apenas ha entrado nada en la canastilla" ya que han estado "cerradas más de medio año al culto".
"Los donativos son pocos, y gracias a la casilla de la cruz en la declaración de Hacienda vamos sobreviviendo, sin que crezca la capacidad de autofinanciación de nuestras parroquias", traslada en una carta a los diocesanos en la que lamenta que "nos falta el hábito de donar a la Iglesia".
El obispo almeriense remarca que "las necesidades espirituales se cubren también con soportes materiales que compartimos" como, según detalla, "edificios comunes diocesanos y parroquiales, servicios de mantenimiento, sostenimiento del culto y catequesis sacramental de niños y adultos, la sustentación y formación del clero o el apostolado laical".
Alude en su carta, entre estos "soportes materiales a las necesidades espirituales" a "la atención a los más necesitados aumentando la acción de Caritas con el lema del Papa 'acoger, acompañar e integrar', para que la familia crezca en recíproca estima de sus miembros, y la evangelización avance en nuestra conflictiva sociedad, con el riesgo de que algunos pretendan imponer a los demás su visión de las cosas amenazando las libertades de todos".
En la carta, González Montes señala que la Iglesia "sigue haciendo lo que venía haciendo antes de la pandemia", aunque, según matiza, "con especial cuidado para evitar la enfermedad", y subraya que comparte "tiempo, alegrías y tristezas, esperanzas y sufrimientos de cada momento" y también "los haberes y recursos de vida".
"Cuando nos ayudamos con lo que tenemos, podemos dar más a los demás, y este año apenas ha entrado nada en la canastilla de las parroquias", indica al tiempo que apunta a que el covid-19 "ha quebrado mucho el bienestar de la sociedad, con 3,5 millones de personas sin trabajo" y alude a que las "asociaciones solidarias y las parroquias han venido paliando la falta de ingresos familiares con los comedores de solidaridad fraterna y caridad cristiana".
En esta línea, González Montes subraya, "en esta situación, la limitación de movimientos padecida por la Iglesia, con las parroquias prácticamente cerradas al culto, celebrado los sacerdotes en solitario en la iglesia parroquial, con algunos ayudantes en representación de toda la comunidad" y concluye que han sido momentos "muy difíciles, en los que la Iglesia ha reclamado el derecho a celebrar la fe, con las medidas sanitarias necesarias".