Lo que está aconteciendo en el ámbito internacional con el conflicto que tiene la OTAN con Rusia cogiendo a Ucrania por medio tiene preocupada a buena parte de la población del mundo.
Cuando ya pensábamos que después del coronavirus nada más negativo podía pasarnos nos encontramos con una tensión diplomática sin precedentes en las últimas décadas y que recuerda a lo que aconteció en cuanto a la Guerra Fría en el siglo pasado.
Y mientras los diplomáticos ejercen lo contrario, es decir, la falta de diplomacia, los ciudadanos nos encontramos en una situación de auténtica tensión emocional. ¿Habrá o no guerra?, ¿afectará esto a la economía de nuestros países y a nuestro bienestar?, ¿estamos en un claro riesgo para nuestra integridad personal?
Ante estas preguntas creo que lo mejor es la tranquilidad y la cautela. Debemos tener seguridad en cuanto a que la situación se va a reconducir. Entre otras cuestiones porque no se trataría de un conflicto bélico “normal”, de poca trascendencia como los vistos hasta ahora. Esto no es Afganistán, ni Irak. Se trata de superpotencias enfrentadas y en ese contexto una falta de tranquilidad podría llevarnos a unas consecuencias nefastas para el conjunto de la humanidad.
Vamos que lo del coronavirus sería el menor de nuestros problemas a día de hoy si se declarase una guerra en Ucrania.
Además, para los europeos sería una situación inédita desde la guerra de los Balcanes. Sería una guerra en nuestro propio territorio y con nuestras propias Fuerzas Armadas. Por cierto, vaya actitud irresponsable de determinados partidos políticos. Por un lado y el más grave en el Gobierno con un socio que ataca a nuestras Fuerzas Armadas como si fueran unas fuerzas belicistas y, por otro lado, VOX, con una actitud desde mi punto de vista infantil y falta de sentido de responsabilidad de estado sin condenar la actitud de Rusia en este conflicto.
Miren, desde mi punto de vista el único responsable de esta situación es uno: Vladimir Putin. Está tensando una cuerda que cada vez es más débil en el contexto económico, militar y de influencia con el fin de no perder más peso internacional. No se puede justificar un “no a la guerra” como si nuestros militares estuvieran deseando pegar cuatro tiros tal y como dice Podemos, ni se puede callar ante un posible atropello internacional como lo supondría la entrada de militares rusos en Ucrania.
Hay que ser más serios, más estadistas y, desgraciadamente, esto en la política está falto en gran medida.
No se asusten, creo que no llegará la sangre al río. Solo va a llegar a nuestras carteras porque esta tensión hará que nuestros carburantes, que nuestros suministros sean más caros y que lo paguemos los de siempre: los consumidores.
