Un año más nos encontramos inmersos en plena campaña de renta, que finaliza este próximo 30 de junio. En los Presupuestos Generales de 2021 se incluyó una modificación fiscal notable que afectaba a los planes de pensiones individuales. Resulta curioso como la nueva medida económica del Gobierno reduce la aportación máxima del plan de pensiones objeto de reducción, que pasa de 8.000 euros a 2.000 euros, es decir, una bajada de 6.000 euros en nuestra deducción de en la base imponible del IRPF.
Esto supone que lo máximo que nos vamos a poder deducir de nuestra base imponible va a ser 2.000 euros por aportación a un plan de pensiones (sistema individual). Se da la paradoja de que se desincentivan los planes de pensiones para la jubilación en un momento en que, por un lado, la edad de jubilación se está retrasando año tras año (hasta llegar en 2027 a los 67 años) y, por otro lado, la cotización requerida para jubilarse se está incrementando, como resultado de una mayor esperanza de vida y de una pirámide poblacional invertida. Pero entonces, ¿por qué en lugar de incentivar estos planes de pensiones la tendencia a la hora de legislar es hacer justo lo contrario de lo que las circunstancias requieren? Porque quizás, “el sentido común es a veces el menos común de los sentidos”.
La cuesta de enero ya no es solo estacional. Los doce meses del año son todo un reto para muchas de las familias que aprenden a hacer malabares con las cuentas del hogar, en el que el precio de lo más básico se está volviendo prácticamente un suplicio a la hora de encajar los gastos.
Todo esto se ha traducido en un descenso de un 40% en el volumen de aportaciones a planes de pensiones en el año 2021, si lo comparamos con el ejercicio 2020. El presente, por tanto, se vuelve incierto pero las bases con las que construir una estabilidad futura no ofrecen mejor previsión, ya que en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2022, aprobados por la Ley 22/2021, de 28 de diciembre, se establece un nuevo descenso del límite máximo de aportación en 500 euros, pasando de 2.000 a 1.500 euros. Veremos qué resultados nos deja esta medida para final de año, pero me temo que en la próxima campaña de renta volverá a ser objeto de debate el desincentivo de las aportaciones a los planes de pensiones.