Los turistas que llegan a San Fernando con ocasión del Bicentenario se van sorprendidos. Pero no por la belleza de los edificios históricos o la importante historia que acumula la ciudad o los actos del Bicentenario. Se van sorprendidos porque en la mayoría de las ocasiones no pueden ver unos edificios en los que tenían interés o cuando ven el andamiaje que cubre la iglesia Mayor o el palacio consistorial cerrado a cal y canto.
Es lo que algunos ya catalogan con cierta sorna, como turismo de andamiajes, y es que la cara de sorpresa de un grupo de turistas que se disponía la pasada semana a entrar en la iglesia Mayor lo decía todo.
La prolongación de las obras afecta directamente al potencial turístico de una ciudad que vive el Bicentenario inmersa en obras que debían haber estado terminadas para el desarrollo de la efeméride, según los planes iniciales del Ayuntamiento hace cuatro años.
La falta de hoteles, de una estación de autobuses o incluso el horario de apertura de la oficina de turismo, son auténticos obstáculos para un turismo cultural que durante el Bicentenario tiene una excusa más que importante.