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La rebelión de las banderas

Pasadas las diez de la noche el último tren de Sevilla llegó a su destino. Salí por la puerta de la estación y estremecía la soledad de la Plaza Jaén por la Paz

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  • La rebelión de las banderas. -

Pasadas las diez de la noche el último tren de Sevilla llegó a su destino. Salí por la puerta de la estación y estremecía la soledad de la Plaza Jaén por la Paz. Me dirigí a casa portando en mi mano el billete de aquel tren Sevilla-Jaén por si algún policía me interceptaba por el camino, para mostrar mi excepción al toque de queda nocturno impuesto por la pandemia.

Al llegar al Gran Eje, silencioso y desértico, alce la vista y fue entonces cuando pude reconocer un montón de banderas amarradas a balcones y ventanas de la kilométrica Avenida de Andalucía en la antesala del 28 de febrero. Esas banderas que no eran blancas y verdes, sino moradas o verde olivar. Nuestras banderas, las de esta tierra jiennense que hace ahora dos años se rebeló y se levantó brava siguiendo el grito de los versos del poeta Miguel Hernández.

Aquella mañana, aquel día, Jaén amaneció con balcones y ventanas luciendo su bandera. Era la respuesta pacífica y espontánea de una sociedad que se sentía herida por el enésimo desprecio político hacia una provincia que muchas veces parece invisible. Y lo hacía en el contexto del puente festivo de Andalucía, la región a la que pertenecemos en lo administrativo, pero con la que a veces no nos podemos ni reconocer en lo identitario porque nuestro acento es diferente y nuestras costumbres también lo son frente a una única forma válida de ser andaluz que a veces tenemos la sensación que es la que existe.


De pronto viví en Jaén un fenómeno que sólo había conocido en la ciudad de León, donde su bandera se hace omnipresente por todos lados reclamando una identidad propia y singular en el conjunto de Castilla. Yo mismo me uní a esta corriente y me sumé a colgar en mi balcón la bandera de mi ciudad, que por cierto, a raíz de lo del Colce se propagó pormúltiples rincones de Jaén.

Aún hoy, en la calle San Bartolomé cuelga una bandera de Jaén en un balcón, igual que en otro de la Avenida Ejército Español y otro en el Gran Eje, donde aquella mañana del 28 de febrero de 2021 los jienenses mostramos nuestra paradoja: una Avenida que culmina con una Glorieta dedicada a Blas Infante, coronada por la bandera andaluza, tenía en su extremo opuesto un edificio entero repleto de banderas de Jaén, exhibiendo un jaenerismo que existe, que está en la calle y que se expande como una minúscula gota de aceite que se agiganta. Aunque desde fuera eso también parezca invisible.

 

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