A estas alturas todavía no hay indicios de que el espigón anunciado por la Jefatura de Costas para regenerar parte del litoral de La Antilla en el termino municipal de Lepe tenga visos de una ejecución que, como suele funcionar este organismo, suele coincidir con la temporada turística, y eso suponiendo que lo del anuncio fue la mera colocación del preceptivo cartel en la zona central de la playa a la que me estoy refiriendo y que muchos ya confunden con la Mancomunidad Intermunicipal de Islantilla, constituida por Lepe y la vecina Isla Cristina, las dos perlas de este privilegiado enclave del Océano Atlántico y con esa otra referencia que las sitúan cerca de Portugal.
A Lepe -lamento decirlo después de casi 50 años de conocer a fondo este maravilloso y acogedor enclave- no le importa este relativo desapegue ya de La Antilla, ‘el lugar de las horas felices’ de promotores como Juan Asensio Méndez, un salmantino enamorado de la zona, y de Francisco Cienfuegos Acedo, extremeño para más detalles que ha dejado su huella en numerosas promociones urbanísticas en el lugar… La lista sigue con otros nombres que me suenan por obras como el viejo hotel FIRA, hoy residencia de descanso para sus empleados -¿abandonado - y el centro comercial-hostelero de La Parada. ¡Ah! y los hermanos Rando Martín, entre ellos Francis y Cristo, y algún otro que lamento no recordar y son el resultado del espíritu emprendedor de Julio el de La Parada’, el modesto pero atractivo bar-locutorio de Telefónica y punto de entrada y salida de los autobuses de Damas.
La Antilla me trae muchísimos recuerdos cuando allá por el año 1964 aterricé en La Parada, uno de los pioneros hostales y/o pensiones que empezaron a dar alojamiento a los asiduos visitantes de ‘la playa’, como decían en Lepe, donde –repito- ya existía el Hotel FIRA y El Miramar. Sí, y pare usted de contar, ya que en esa faceta La Antilla quedó anclada como un apéndice del barrio de los Pescadores, donde el gobernador civil Summers Isern dejó la huella de un grupo de viviendas sociales que hoy han ido reconvirtiéndose en atractivos bares y restaurantes. Sí ¡cuantos recuerdos y vivencias¡ y cuantas decepciones al relativo ritmo de crecimiento de La Antilla hacia la zona de Vera de Mar y hacia la unión con lo que hoy es la Mancomunidad Intermunicipal de Islantilla. Eso sí, y dos parroquias, una donde siempre y otra precisamente en Isla Cristina. Los acerados, pavimentos e iluminación son la gran asignatura pendiente de Lepe con la playa, y me centro en la iluminación porque existen numerosas lagunas, ahora más visibles a raíz de la modernización del alumbrado en Vera de Mar y aledaños. Una buena obra que pone en evidencia la calle Juan Antonio de la Bella, ese paseo terrizo en los años 80 y convertido en peatonal a base de losetas que ahora mismo son un desastre si añadimos la iluminación a base de postes de hormigón como los del campo y como esos tres postes de hormigón que superviven al moderno alumbrado en la zona recientemente modernizada entre La Parada y el barrio de Pescadores o La duna. Sí, donde durante 43 años ha imperado el llamado mamotreto -supongo que ilegalmente-, que ha sido la pesadilla de los vecinos hasta que hace varias semanas fue erradicado. Sí, supongo que con mucha pena de Costas, que debería haber dado explicaciones sobre esos tres postes que afean sensiblemente el renovado entorno.
Dice el refrán que cuanto más se quiere a una criatura más se le suele exigir cuando ya es mayor. La Antilla necesita pasos al frente para mejorar -insisto- alumbrado, acerados y pavimentos, como por ejemplo la avenida prolongación de la también llamada calle Castilla, a partir de cuyo tramo peatonal da paso a un vial pletórico de grietas y árboles que son un auténtico estorbo para vehículos y peatones. ¡Ah! y muchos flecos en materia de barreras arquitectónicas y la incógnita de qué pasó para interrumpir el canal subterráneo iniciado a la altura de La Parada y que bruscamente termina a la altura de Abengoa. Y no olvidemos la avenida del Terrón, donde las grietas y los baches están a la orden del día. Sí, y pare usted de contar porque, ¿qué pasa con el acceso desde la A-49 y N-431? Sí, algo que no incumbe a Lepe y dice mucho de la Administración Central, que tampoco ha realizado el acceso a La Antilla y a Islantilla, incluyendo la iluminación de las correspondientes glorietas, una de las cuales es algo más que un laberinto, a la vista del nuevo y retrasado acceso al Chare de Lepe, algo que clama al cielo y parece no haber importado mucho desde que estuvo listo para ser utilizado. De momento nada más y, eso sí, ánimo para el revalidado alcalde y ¡feliz verano!