Como no podía ser de otra manera, como ‘Urna’, he cerrado otro ciclo después de ser baluarte inexpugnable de vuestros votos. Deciros, que me he sentido algo decepcionada por la ausencia de muchos de vosotros. Pensaba que después de tan terrible pandemia, donde fallecieron tantos mayores en residencias; la desastrosa guerra en Ucrania; los casos de corrupción política; el deplorable abandono de la sanidad; los dislocados precios de las viviendas; los crueles crímenes machistas; la pérdida del poder adquisitivo; el abandono de los más vulnerables, y las compras de votos, entre otras muchas cosas; desencadenaría mayor audiencia por vuestra parte, pero una vez recontados los votos, me llevé una gran decepción. Parece ser que os interesa más ver programas basuras o chatear con los móviles antes de aclarar los verdaderos problemas que podrían llegar a esclavizaros. Así que no quejaros los que no fueron a votar.
Consumada la tarea realizada para la conquista de este territorio, los que ganaron, airearán su victoria, y los que perdieron, o no llegaron a cumplir sus expectativas, esconderán sus bártulos en el infierno de sus oposiciones a espera que los vientos de desgaste, los fallos, los errores, y, porque no, las calumnias, vayan socavando el flamante reinado de los vencedores.
Los más decepcionados intentarán ocultar su fracaso, diciendo: “el pueblo es sabio” o “hay que saber perder”. ¡Y un mojón!. Estoy más a favor de los que dicen “quien mal anda mal acaba”, sin escudarse en frases conciliadoras que solo sirven para aplacar sus egos; en los que analizan el por qué aunque optimicen que no todo puede considerarse como una derrota, al entender que en su espectro político han conseguido ganar otras cosas, o en los que intentan descubrir el por qué se ha perdido, sencillamente para subsanar fallos y errores que le llevaron a tan desastrosa situación. Incluso hasta podría entender a los que dicen que algunas derrotas les hacen mejorar. Únicamente podría discrepar con los que piensan que todos los demás están equivocados y que sólo ellos tienen la razón. Esos se pasarán toda la vida perdiendo aun pensando que llevan razón.
Mi condición democrática hace que nunca me decante por nadie, ya me siento feliz con que me saquen cada cuatro años –acabo de enterarme, que el actual Presidente ha convocado elecciones para finales de julio, que `chuli´–. Lo único que me increpa y os lo voy a decir, es cuando sale en la tele el mapa de España Rojo y Azul, o Azul y Rojo. Nos es por nada, pero esos colores me traen amargos recuerdo de cuando estaba con mis compañeras secuestradas en un sótano llenas de polvo. Menos mal que he logrado que Barbate se pinte de cuatro colores. Espero que como lo hace el arte del amigo HOKO, sepáis distribuir los colores de la mejor manera, para pintar este rincón con mirada de progreso y el futuro, porque lo peor en esta vida es “no pintá ná”. Así que suerte y hasta el verano, aunque os asfixiéis de calor.