Entre finales de los años 90 y principios del nuevo milenio, estos espacios se convirtieron en el epicentro de nuestra conexión en el mundo digital. Hoy no concebimos la vida sin llevar en nuestro bolsillo un pequeño dispositivo que nos conecta a internet (y a veces hace hasta de teléfono móvil). Pero hace 25 años ir a un cibercafé para conectarse a internet o jugar en red al último videojuego de moda era una experiencia única y completa que fue la moda de adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes. El internet de aquel entonces, en salas con decenas de ordenadores de sobremesa que pagabas por horas, daba la sensación de ofrecer posibilidades infinitas: visitar webs de temáticas que te apasionaban, foros de opinión (auténticos sanedrines a golpe de teclado), chats (con salas que hacían la función que Tinder o Badoo nos ofrecen hoy en día) y un maravilloso dulce para melómanos: poder descargar música pirata que posteriormente copiabas en un CD que escuchabas en casa. Sí, la mitad de los coches tenían solo la opción de cassettes, probablemente con chistes de Chiquito de la Calzada.
El olor a humo de tabaco y el de las bolsas aperitivos se mezclaba con latas refrescos y un café de máquina que destacaba por su deleznable sabor y su función como laxante de venta libre. Observabas la cara socarrona de grupos de adolescentes del mismo sexo que quedaban a través un canal del IRC con otro grupo de género distinto que aseguraban estar en otro cyber cecano. Aprendimos a usar el correo electrónico y teníamos el mal gusto de enviar archivos en formato Power Point con imágenes de Dalí, frases motivadoras y de fondo la banda sonora de la película Titanic.
Junto a mi primo Luis recorrí decenas de estos locales en Jaén: CyberCuack cerca de La Alameda ahora venden lápidas en dicho local, CyberW@y que por cercanía estaba lleno de estudiantes de la Escuela de Peritos. NetGames ahora es una tienda de colchones y está frente al Pub Rock States. En un pasaje frente a la Universidad Popular podías ir a CyberCentro. Si querías conectarte a internet y luego jugar al billar podías ir al CyberCoa, un lugar ideal para volver a casa sin dinero, sin conectarse a internet y con una herida de arma blanca, actualmente son oficinas de la Junta de Andalucía. Incluso en mi querido barrio de El Pilar del Arrabalejo albergó el CyberFlaco, de mi amigo Alfonso “el Flaco”, un pequeño local castizo al que íbamos lo mejor de mi barrio. Seguro que me dejo alguno en el camino, pero hay 2 a los que le guardo especial cariño: uno fue CyberGótica que estaba ambientado como una mazmorra medieval en la calle Bailén y el otro pertenecía a la SoftWin y lo regentaba un señor simpático, profesional y adorable de nombre Juan, que actualmente es mi jefe ergo poco más que añadir. ¿Cuáles eran los cybers por los que te movías tú?
