La Antilla debe definir su futuro

Publicado: 18/07/2023
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

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Todavía queda mucho por hacer hacia la zona de Levante, allí donde el puerto pesquero de El Terrón podría ser un referente singular de la zona
Al cabo de 65 años prácticamente ininterrumpidos me sigue interesando La Antilla de las horas felices que curiosamente se sacó de la manga nada más contactar con el paisaje y singulares entornos el promotor salmantino Juan Asensio Méndez y cuya huella pervive en las numerosas construcciones residenciales que jalonan este trozo tan singular de la Costa de la Luz onubense -una denominación que no debe perderse compartida como está con la vecina Cádiz- y, me atrevo a decirlo, parece que todavía no ha dicho su última palabra, precisamente a la vista y resultados del éxito alcanzado al mancomunarse aprovechando la similitud de sus numerosos atractivos con la vecina Isla Cristina y demostrar, insisto, en que todavía queda mucho por hacer hacia la zona de Levante, allí donde el puerto pesquero -hasta no hace mucho- de El Terrón podría ser un referente singular de la zona, muy a pesar de la remodelación no hace mucho acometida ( ¿ )

Me gustaría que estas consideraciones y/o sugerencias no supusiesen ninguna injerencia respecto a la agenda que estoy seguro habrán esbozado sus dirigentes municipales a la vista de la experiencia de estas décadas y de ahí algunos apuntes y sugerencias que me salen del alma y hasta de ese espíritu de servicio de un profesional de la información forjado en el espíritu del desaparecido Ministerio de Información y Turismo y varias veces galardonado, ya que por aquellos años tuvo numerosos contactos en sus idas y venidas de Madrid con el inolvidable don César Barrios Balboa, al que los leperos agradecidos lo recuerdan con una de sus principales avenidas. Sí, una época en la que La Antilla disponía tan solo de varios hostales y pensiones e incluso de un modesto hotel que al menos ha tenido una modesta réplica en el conjunto comercial que puso en marcha el señor Falcón de la época. (¿)…

Hoy, desde la atalaya del entrañable bar Talliscón, y a pocos metros del viejo Hotel Fira, hoy residencia con incierto futuro a raíz de la crisis todavía no resuelta de Abengoa, me convierto en improvisado moderador de una tertulia a la que se suma mi buen amigo Juan Galvín -un referente de la época- y de las hijas y sucesores de Manuel Camacho Ponce, un nombre que no dice demasiado a las actuales generaciones, hoy una singular y cercana saga, pero sí a sus antecesores, que solían hacer una parada en su modesto pero acogedor establecimiento para degustar, al mediodía y al atardecer, e incluso por la noche, en ‘El Talliscón’, sin necesidad de complementar aquello como bar de referencia que no ha dejado de serlo para hijas y nietos de aquellos años de los 60 que todavía recuerdan las inundaciones del año 79 (¿), que llegaron a certificar la necesidad de canalizar las aguas residuales y pluviales (¿) hacia la Estación Depuradora próxima al Canal de la Vera, surgido para contener la furia del agua en momentos de grandes precipitaciones, dos elementos infraestructurales que no llegaron a culminar y que es posible puedan condicionar la expansión de La Antilla hasta esta zona de expansión (¿)…

Sí, allí  donde acaba de aflorar una sala de fiestas, auditorium o lo que sea (¿) y urbanizar ese trozo en altura de similares características al de Las Cumbres, la gran aportación de Lepe y/o La Antilla hacia zona mancomunada de alto nivel que da carácter y singularidad al entorno. La Antilla dispone de varias grandes parcelas que muchísimos ojos miran como futuros grandes hoteles y que serían la gran alternativa para solucionar el déficit hotelero difícil de entender en –repito- La Antilla y que hoy tienen unos usos tal vez para salir del paso y que, con el tiempo, respetando a los pioneros de La Antilla como los hermanos Francisco y Cristo Rando de La parada, hasta hoy el sostén de esa modesta expansión hotelera iniciada por Julio, su padre y gran emprendedor.

 Que eso fueron los inicios del posterior éxito de Islantilla y, por qué no -(¿)- sería el complemento y la mejor referencia de una playa que sigue arrastrando problemas de erosión desde hace varias décadas ante la indiferencia de Costas-Huelva-Madrid, lo mismo que descaradamente ha venido sucediendo con el “mamotreto” que en primera línea ha venido afeándola después de más de 43 años, impunemente casi totalmente construido (¿). La Antilla -a la vista- necesita nuevos incentivos y mejorar a fondo sus viales y acabar con esa dictadura  -insisto- de un organismo que para seguir fastidiando mantiene postes del alumbrado del tradicional y silvestre hormigón en una zona recién mejorada y embellecida como ya me ocupaba de resaltar en anterior repaso al presente y futuro de “mi” playa preferida, a expensas de una racha de temporales en cualquier momento. Un reto para una nueva época…

 

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