"Reinventar la vida donde no es posible vivir"; es el dilema al que se enfrentaron los supervivientes de la tragedia aérea de Los Andes de 1972, tal y como lo ve el cineasta catalán Juan Antonio Bayona, que clausura este sábado el 80 Festival de Venecia con "La sociedad de la nieve".
La historia, antropofagia incluida, se había contado en películas como "¡Viven!" (1993), pero Bayona modifica el punto de vista y al hacerlo, dice a EFE, cambia el significado de lo que ocurrió durante aquellos 72 días en la nieve, desde que se estrelló el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya hasta que 16 personas fueron rescatadas con vida.
"El tema de la antropofagia no nos interesa tanto desde el punto de vista del que come como del que ofrece su cuerpo en vida para que el otro llegue ahí", explica el director, "entonces desaparece el morbo y se convierte en una decisión espiritual, humanista".
Bayona pone al espectador ante el reto de tener que imaginar lo inimaginable. "Esta es una película sobre la vida, pero también habla de aprender a morir", apunta, "estas personas tuvieron que reinventar la vida en un sitio donde no era posible vivir y ahí se construye todo una reflexión sobre qué significa todo esto, para qué vivir, para qué sobrevivir, cuál es el sentido de la vida".
La película, que acaba de ser preseleccionada para representar a España en los Oscar y se estrenará en cines antes de llegar a Netflix, se basa en el libro escrito por Paolo Vierci, excompañero de colegio y amigo de muchas de las víctimas y que recoge sus testimonios 40 años después de los hechos.
Bayona, que lo leyó durante el rodaje de "Lo imposible" y ya entonces empezó a concebir esta película, cree que contiene "una reflexión mucho más profunda sobre el proceso que vivieron los protagonistas" y asegura que cuando habló con ellos se convenció de que el filme podría contribuir a curar una herida.
Vierci, que ha estado pegado al proyecto desde su concepción al estreno en Venecia, pasando por el rodaje, asegura que la implicación de los verdaderos supervivientes y las familias de las víctimas ha sido total y que ellos ya han podido ver el resultado final.
"Para mí esa proyección con las familias de muertos y vivos fue la experiencia más emocionante e intensa que he tenido en mi vida", sostiene el escritor, que está convencido de que la película les ayudó a entender mejor el rol que jugaron los que no regresaron.
Con un equipo de más de 300 personas, el rodaje de "La sociedad de la nieve" se desarrolló a lo largo de 140 días entre Sierra Nevada (Granada), Uruguay y Chile. Bayona sostiene que es el rodaje más largo al que se ha enfrentado y en las condiciones más complicadas.
"Rodábamos cronológicamente, a mucha altura y dependiendo de la meteorología, el plan de rodaje se adaptaba constantemente", explica el director y señala lo importante que fue para él su primer viaje al Valle de las Lágrimas de los Andes, donde se estrelló el avión.
"Fue revelador, dormí donde durmieron ellos, en la misma época del año y una sola noche ya fue terrible, el mal de altura me hizo perder la noción del tiempo y pensar que ellos vivieron esos 72 días me ayudó mucho a entender la película que iba a hacer".
Sobre el trabajo con los actores, dice que ha sido maravilloso porque recrearon su propia "sociedad de la nieve".
"Han vivido 140 días unidos, lejos de casa, pasando frío y pasando hambre, muy en contacto con los personajes reales, con los supervivientes y con las familias de los fallecidos, se han imbuido tanto del material que estaban como poseídos por los personajes y era muy bonito".
Tres de ellos han viajado a Venecia para este estreno mundial: el uruguayo Enzo Vogrincic (Numa Turcatti) y los argentinos Agustín Pardella (Fernando Parrado) y Matías Recalt (Roberto Canessa).
Dicen que rodar con Bayona ha sido "intenso", teniendo en cuenta que han tenido que perder muchos kilos y pasar frío real, pero también en el buen sentido. "Tener a alguien tan emocionado y con ganas de contar esta historia te motiva, es muy lindo", señala Recalt.
Sobre el tema de la antropofagia, son conscientes de que es difícil llegarlo a entender.
"Ninguno de nosotros tuvo hambre de verdad", dice Pardella, "una cosa es no comer una noche, un día, dos días, pero a los 10 o 15 días empiezas a darte cuenta de que tu cuerpo se está alimentando de ti mismo, te da mucho miedo y ese miedo es el que genera la pulsión de hacer cosas que pensaste imposibles de realizar en tu vida".