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Última Columna

Año nuevo. Que nadie se haga rico beneficiandose de la tragedia ajena.

Que sea el año de la conciencia colectiva, que se deje de jugar a "todos pierden" y que se produzca de verdad el reparto del trabajo y la riqueza.

Publicado: 31/12/2023 ·
10:26
· Actualizado: 31/12/2023 · 10:26
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Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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Año nuevo. Que nadie se haga rico beneficiandose de la tragedia ajena.

Dinero. Dinero y más dinero… ¿Quién no lo desea? – “Oiga! Es preciso para vivir. El dinero se usa para poder cambiarlo por aquello necesario: comida, bebida, energía, vestido, techo… Y esas son las reglas del juego de las que sólo un puñado de personas consideradas “inadaptadas” o tribus perdidas en las selvas recónditas logran situarse al margen. Salvo esas excepciones todas las personas utilizan el “vil metal”. Todos los sistemas económicos, a lo largo de la historia, sostienen un macabro juego que permite la acumulación de la riqueza que toda la población genera en pocas manos. Y aunque parezca que hay ganadores, todos ellos acaban perdiéndolo todo. ¿Quién conoce una sola extirpe, saga, dinastía, que mantenga el inmenso poder acumulado a fuerza de robárselo al conjunto de las poblaciones explotadas, sojuzgadas, expoliadas, arrasadas, exterminadas? Cada nueva fase de la evolución de los sistemas económicos, desde el esclavista, feudalista, mercantilistas, capitalista, neocapitalista globalizador, ha ido perfeccionado este trágico “juego”. Se inocula en las mentes de quienes habitan el planeta que la esencia de la vida es la búsqueda de la riqueza, a costa de lo que sea. Todo está permitido, salvando las fórmulas legalmente establecidas, para llegar a ser ricos. No obstante cualquier acumulación de riqueza en unas pocas personas significa inequívocamente la ruina de muchas otras. ¿Cuántas acciones pierden su valor en la Bolsa para que unos pocos recojan grandes beneficios? Y qué decir de la avalancha publicitaria donde se ofrece hacerse rico a quien sea, siempre que preste atención al anuncio y se implique en timos piramidales. Dicen: Con una mínima inversión ganará mucho dinero en pocas semanas. Y sin duda hay más de una persona que se lo cree. Y arriesga una pequeña parte de su exiguo patrimonio para probar “suerte”. No se percata de que antes de “jugar” ya ha perdido. Y qué decir, de una justicia que permite estas legales estafas multimillonarias. ¿Qué consideración moral tendrá una sociedad que sostiene su economía en la gran ruleta de la bolsa.? ¿Qué consideración tendrá el timo del dinero privado, las criptomonedas, que nadie sabe quien las emite, quien les atribuye valor y quienes están detrás de este inmenso fraude.? El trabajo venía siendo el elemento de referencia del dinero, ya que permitía a cada persona el intercambio de su laboriosa energía humana por bienes y servicios que eran producidos por otras personas trabajadoras. ¿Se puede estar seguro de ello en estos momentos? Desde la primera emisión de moneda o pagarés de arcilla, madera, metales… hasta la moneda virtual, el recorrido ha sido largo y plagado de catástrofes monetarias. Dineros que ya no se usan y que sólo algunas monedas o billetes tienen un “valor” numismático, son el testimonio que quienes controlaron sus emisiones recogieron ganancias, llegado el momento en forma de bienes y títulos de propiedad, dejando a los pueblos que las usaban en la más absoluta indigencia. Cuando las personas se encuentran de la noche a la mañana con que ninguna de sus monedas o billetes valen nada o tan poco, poco, que no puede llevar pan a su mesa, se encuentran en la ruina. Y esto ha pasado muchas veces en la historia de la humanidad. De la eufemísticamente llamada “inflación”, promovida por la “devaluación del dinero”, se pasa directamente a la ilegalización del mismo. Un ejemplo muy cercano ya que aún no se han cumplido 90 años: El bando golpista contra la España Republicana, creó una nueva moneda, dejando sin valor los respectivos ahorros de todas las familias que estaban utilizando la “peseta” republicana. Un interesante artículo de Julio Martín Alarcón en 2017 titulado: Dinero rojo: así arruinó Franco a los republicanos derrotados”, sintetiza toda la maniobra que acabó con el canje de dinero republicano por un documento con un encabezado intrincado: "Fondo de papel moneda puesto en circulación por el enemigo". Sobre el depositado en cuentas bancarias, bloqueadas durante la guerra, “se les aplicó la siguiente penalización: el 90% hasta el 31 de octubre de 1936; el 80% hasta el 28 de febrero de 1937; el 65% hasta el 30 de junio de 1937; el 40% hasta 31 de diciembre de 1937; el 20% hasta el 30 de junio de 1938; el 10% hasta el 31 de diciembre de 1938; y el 5% después del uno de enero de 1939”. Más allá de la hiperinflación vivida España durante la Guerra incivil provocada por los golpistas contra la República, y más allá en la década siguiente de postguerra, agravada por el bloqueo al que las “potencias aliadas” sometieron al régimen del dictador Franco; es evidente que unas pocas fortunas se hicieron más grande a costa de esquilmar los ahorros de todo el pueblo que vivió en la zona republicana, además de aprovecharse directamente durante años del trabajo esclavo de los “prisioneros de guerra”. Incautaciones y manejos fraudulentos promovían cambios de titularidad de viviendas y haciendas, incluso fábricas y otros medios de producción, permitiendo la acumulación de enormes riquezas en un puñado de potentadas familias que desde el inicio apoyaron el golpe militar. Esta tragedia viene a confirmar que toda persona que amasa una fortuna siempre es a costa de que a miles de personas les sea arrebatada las suyas. Las personas que pretenden hacerse ricas deben considerar que la posible riqueza que acumulen supone, en cualquier caso, la ruina de muchas otras y que al final también ellas serán arruinadas. Los pueblos son los inequívocos perdedores siempre, ya que nunca la inmensa riqueza acumulada en pocos acaba siendo repartida entre quienes sin duda la generaron con su trabajo. Sólo el trabajo genera riqueza. La especulación y las ingenieras contables y financieras no la crean, sólo contribuyen a que se acumule en pocos, robándola a las muchas personas que la producen. ¿Se podrá en un futuro no muy lejano dejar de jugar a esta mal sana locura de “Todos pierden”? ¿Podrá conducirse la humanidad de forma que el resultado sea “Todos ganan”? Cómo dice el aserto “Querer es poder”. La premisa siempre está en querer. Comienza este 2024 y por desear que no quede: Que sea el año de la conciencia colectiva, que se deje de jugar a "todos pierden" y que se produzca de verdad el reparto del trabajo y la riqueza.

Fdo. Rafael Fenoy

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