El tiempo en: Málaga

La sociedad enferma

Son las cuatro de la tarde, en un parque infantil de un pueblo cualquiera, de cuyo nombre no quiero acordarme. Unos jóvenes hacen grupito en el murete, en una esquina...

Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Son las cuatro de la tarde, en un parque infantil de un pueblo cualquiera, de cuyo nombre no quiero acordarme. Unos jóvenes hacen grupito en el murete, en una esquina. Ya están haciendo gracias, intimidan un poco, los niños entretanto en el tobogán roto y oxidado y en los columpios, a su propio riesgo...(no hay otra cosa). Llega un coche tuneado con la música a todo volumen, saca por el cristal de la ventana delantera un saco de plástico de color blanco; ¡un regalo!, grita a los del parque y tira el saco en medio de la calle. Acelera y se va...El saco permanece en medio de la calle, hay algo dentro, no sabemos qué es. Los del parque ni se inmutan, el coche tuneado ha dado la vuelta y acelera de nuevo, pretende pasar por encima del saco de antes. No lo consigue, por los pelos. Se va el coche y por fin uno de los del parque deja su vaso y abre el paquete, sale un gato que huye por la calle buscando refugio. Hemos estado todos viendo la escena, los niños en sus juegos, los mayores atónitos. Esta es la sociedad que nos espera a la vuelta de la esquina. Podían haber aplastado al gato. Nadie se habría inmutado. Podría haber sido una persona, seguramente nos habría horrorizado, pero ya sería demasiado tarde.

     Periódicamente aparecen en los medios de comunicación noticias que cuentan sucesos que tantean el estado de opinión, ya saben…hombre muerde perro. La última es la condena a una madre por pegar a su hijo, que al parecer le había tirado una zapatilla, como a Bush. Si yo fuera niña, y me preguntan, a lo mejor preferiría el cachete proporcionado y oportuno al te lo guardo…o al castigo psicológico retorcido y cruel.


    Pero el caso es que esto vuelve a sacar a la luz el tema de la educación y los correctivos. Nos movemos a golpe del péndulo: Del Siglo XIX la educación estricta, la pseudopropiedad de los hijos hasta la más laxa: de madres/padres coleguis guais. Los niños, de atemorizados reprimidos a canis, góticos, fashion, pijos…Tan pernicioso es una sociedad hipócrita que recurre al aborto para esconder un pecado como una sociedad que pregona "haz el amor y no la guerra" a adolescentes. Educar es difícil: o nos pasamos o no llegamos.

    La época de "la movida", por ejemplo, que tanto se ha mitificado, fue una reacción libertaria, y ha ido dejando unas cuantas bajas en acto de servicio. Los más listos, los que ahora pasean el glamour por la alfombra roja, han sabido aprovecharse y no cayeron en sus trampas, pero otros, víctimas de los excesos, no tuvieron tanta suerte.

     Volviendo al pueblo del principio y al suceso que presencié con testigos, solo puedo decir que vivimos en una selva, y que al amparo del grupo y del anonimato se es capaz de cualquier cosa. Hoy hay acoso en los colegios a los más débiles por otros que actúan en manada. Vivimos en una sociedad cada vez más compleja y bastante enferma: las nuevas tecnologías propician ataques al individuo que aún desconocemos en su magnitud. (Se le puede hacer la vida imposible a una persona), pero con todo lo peor es la pasividad, decía Brecht: "Se llevaron a los judios, pero como yo no lo era, no me importó…" .

    En la Caixa han montado una exposición sobre la evolución del ser humano desde el australopitecus aferensis hasta el hombre de Cromagnon. El grado de civilización se mide en cómo una sociedad trata a sus débiles. Si nos creíamos a salvo de los errores del pasado yo no estaría tan segura.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN